Hace 700 años, cerca de la mitad de la población murió con la llegada de la peste negra en Europa a mediados del siglo XIII. Aunque ya haya pasado casi un siglo de aquella pandemia mortífera, investigadores encontraron que dejó una marca genética en la humanidad, la cual sigue afectando nuestra salud.
Con información de BBC
Un estudio pionero que analizó el ADN de esqueletos centenarios encontró mutaciones que ayudaron a las personas a sobrevivir la plaga.
Pero esas mismas mutaciones están vinculadas a enfermedades autoinmunes que afectan a las personas en la actualidad.
La peste negra es uno de los momentos más significativos, mortíferos y sombríos de la historia humana. Se estima que murieron hasta 200 millones de personas.
Huella en la humanidad
Los investigadores de la Universidad de Chicago sospechaban que un evento de tal enormidad tuvo que haber moldeado la evolución humana.
Analizaron el ADN extraído de los dientes de 206 esqueletos antiguos y pudieron fechar con precisión los restos humanos antes, durante o después de la peste negra.
Si la persona tenía las mutaciones correctas, tenía un 40% más probabilidades de sobrevivir a la plaga.
Las cicatrices del pasado
Hay otras fuerzas históricas en nuestro ADN con un legado que nos afecta.
Alrededor del 1 al 4% del ADN humano moderno proviene de nuestros antepasados que se aparearon con los neandertales y esta herencia afecta nuestra capacidad para responder a enfermedades, incluida la covid.
«Entonces, esas cicatrices del pasado aún afectan nuestra susceptibilidad a las enfermedades hoy en día de una manera bastante notable», dice el profesor Barreiro.
Y explica que la ventaja de supervivencia del 40% es «el efecto de eficacia selectiva más fuerte que se ha calculado en humanos».
Al parecer empequeñece el beneficio de las mutaciones de resistencia al VIH o aquellas que ayudan a digerir la leche, aunque el investigador advierte que las comparaciones directas son engañosas.
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