La preferencia por esas comidas altas en calorías, azúcares, grasas y sales no es nada nuevo ni un gusto desarrollado de forma única, pues estos alimentos con estas características describen los ultraprocesados, aquellos de los cuales nutricionistas o expertos de la vida fitness nos recomiendan no ingerir pero que se nos hace casi imposible eliminarlos por completo de la dieta debido a lo ricos que son.
Con información de ABC
«Estos productos están diseñados científicamente para alcanzar el máximo placer posible, sin saturar. Es lo que se denomina bliss point», explica Beatriz Robles, dietista-nutricionista, experta en seguridad alimentaria y autora del libro ‘Come seguro comiendo de todo’. Y también es la razón por la que no nos pasa lo mismo con un plato de verduras.
Pero esta preferencia no es nueva. Nos viene desde el principio de los tiempos. «De manera ancestral buscamos el sabor dulce porque lo asociamos con alimentos que dan energía rápida», señala Begoña Pérez Llano, profesora del Máster en Nutrición, Obesidad y Técnicas Culinarias de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Javier Sánchez Perona, investigador del CSIC en el Instituto de la Grasa, va más allá: «Para nuestros ancestros conseguir este tipo de nutrientes (grasas, azúcar y sal) era complicado.
Para conseguir grasa saturada tenías que matar a un animal, que no era nada sencillo. En el azúcar, esperar a la época del año en el que la fruta estuviera muy madura o, si querías miel, te tenías que pegar con las abejas. Y en el caso de la sal, era difícil de encontrar salvo en una mina o salar. Como no eran productos fáciles de obtener, nuestro cerebro se desarrolló para que sintiéramos una recompensa cuando los conseguíamos».
Hoy en día no solo no tenemos que hacer ningún esfuerzo sino que las referencias de productos que combinan grandes cantidades de grasas, azúcares y sal son infinitas y tenemos donde elegir. El problema de los ultraprocesados es que su consumo elevado está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas: obesidad, problemas cardiovasculares, diabetes.
La industria de los ultraprocesados juega también con una baza muy atrayente: la novedad. Es el caso del último lanzamiento que se ha convertido en tendencia en redes sociales, y especialmente entre los más jóvenes: el cruapán, una mezcla de pan de molde y cruasán, que ha llegado incluso a agotarse en algunos puntos de venta. «El punto ese de escasez, de que se está acabando, es un motor de venta súper básico. Nos entra la urgencia por la compra», afirma Robles.
La experta recuerda que, en la elección de lo que metemos en nuestra cesta, influyen muchos factores: «nuestra educación nutricional, nuestro nivel de renta, la promoción del producto y nuestra cultura gastronómica». Incluso lo que come nuestra madre cuando estamos en el útero podría influir en nuestras preferencias. Varias investigaciones han sugerido que los bebés pueden saborear y oler ya desde el útero, aunque se basaban en resultados posteriores al nacimiento.