José Gabriel Velásquez Colina
En uno de mis artículos anteriores se habló sobre la mutación en la forma de percibir el cine por parte del público general como consecuencia de la exuberante proliferación del género de superhéroes. La posición de asumir que el cine de superhéroes contribuye a su muerte es una ligera exageración, sin embargo, un elemento que tiene peso al discutir de forma seria sobre la desaparición del cine como forma de congregación es el Streaming.
Se entiende por streaming la distribución digital de contenido multimedia por medio de una red de dispositivos. A comienzos de la década del 2010, el éxito de Netflix comenzó a eclipsar las producciones diseñadas para la televisión, la contienda evolucionó hasta el punto en que el status quo fue alterado, y empresas con servicios de cable como Disney, Warner y Paramount se vieron superadas en preferencia por Netflix y crearon sus respectivos servicios de streaming para competir; incluso HBO, una compañía de cable a la par de Netflix se ha visto en la situación de crear su propio servicio de streaming para asegurar completamente su posición.
La esencia del éxito del streaming, es su practicidad al momento de entretener. En un mundo globalizado, las personas tienen acceso a todo lo que quieren, en este punto, la inmediatez para la obtención de los servicios u/o productos es un elemento fundamental al momento de escoger el «veneno». La practicidad de la inmediatez ha permitido diversas evoluciones en la forma en que las personas ejecutan actividades; las revistas playboy fueron reemplazadas por Pornhub, y en países de primer mundo, los viajes a la ferretería o al centro comercial fueron sustituidos por el delivery de Amazon.
Partiendo de la comodidad de la inmediatez, el streaming subyugó a la televisión por medio de garantizar la libertad de ver lo que el usuario quisiera ver en el momento que lo deseara. Hasta la actualidad, la saturación de contenidos en las diversas plataformas de streaming constituye una maquinaria industrial imposible de parar, alimentada por la misma necesidad de consumo del humano para su entretenimiento. En un paralelismo interesante de la vida, la saturación de contenido en las plataformas de streaming de cierta forma retoma la subyugación de los usuarios al compromiso de ver múltiples producciones en diferentes dominios.
Al debatir sobre como el streaming amenaza al cine, es en sentido de congregación, no como ejecución. Sin importar el formato, siempre habrá espacios para realizar cine, variando la calidad de las producciones como siempre ha sido, claro está. Para las personas nacidas del 2020 para atrás, el cine supone un encuentro especial entre el arte y la persona, y jamás cambiara, sin embargo, para los herederos de la generación Alfa, dueños de dispositivos inteligentes al momento de nacer, la acción de congregarse en un lugar con desconocidos a puertas cerradas puede suponer algo innecesario, o en su defecto impráctico, mas aun tomando en cuenta que se espera en el fututo que los estrenos de los films en cine se hagan en simultaneo con las plataformas streaming de las productoras de la cinta en cuestión.
A diferencia del cine de superhéroes, el streaming no es una moda pasajera, es el nuevo escalón evolutivo en la forma de entretenimiento, y para bien o para mal, esta para quedarse. Con respecto a si liquidara el cine, es algo que aún está por verse, las cartas están sobre la mesa y la balanza bien podría inclinarse a cualquier lado, todo dependerá del comportamiento humano y su evolución sociológica.