sábado, marzo 15, 2025
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Vivieron 43 años creyendo que su hijo había muerto hasta que el teléfono sonó

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Maxi había cumplido 33 años, ya era médico y acababa de confirmar la sospecha que lo había perseguido desde la infancia: era cierto, sus padres no eran sus padres biológicos. Desesperado por saber más, los sentó uno al lado del otro para que no pudieran acordar una nueva mentira: ¿Cómo habían hecho para conseguir un bebé? ¿De dónde lo habían sacado?

Por Infobae

El nexo -le juraron ellos, aterrorizados ante la posibilidad de perderlo- había sido su madrina.

Maxi, entonces, fue directo a ella. “La historia fue así”, arrancó la mujer, como si llevara años segura de que ese momento algún día llegaría.

“Yo tenía un compañero de trabajo que era pediatra, su esposa también era pediatra. Querían tener hijos pero no podían. Dos años antes de que vos nacieras esta pareja conoció a una chica embarazada que quería dar a su bebé. Ellos se ofrecieron a quedarse con la criatura, decidieron acompañarla y le pagaron los estudios pero a último momento la mujer se arrepintió y se quedó con la beba. Fue en 1977″.

A pesar de la devastación emocional en la que había quedado y de la ilegalidad que significaba fraguar la identidad de un bebé, la pareja de pediatras decidió volver a intentarlo. Esta vez con recaudos: “Decidieron entonces hacerlo con dos embarazadas a la vez, por si una se arrepentía”, siguió la madrina de Maxi.

El lado B de aquel reaseguro era evidente: si ninguna de las dos embarazadas se echaba atrás, había que ocuparse de ubicar al segundo bebé que naciera: “El bebé de repuesto”.

“Cuando yo me enteré de esto les comenté que conocía a una pareja que también quería tener hijos y no podía”, siguió ella. El primer bebé nació y lo llevaron con el matrimonio de pediatras. Vos naciste cinco días después: yo misma te fui a buscar y te llevé con los que fueron tus padres”.

Maxi la miró extrañado. Su madrina acababa de darle un montón de información y nada al mismo tiempo. ¿Quién era su mamá biológica entonces? ¿Lo había regalado? ¿Vendido? ¿Y quién era su papá?

La mujer juró que no sabía más nada, habían pasado más de tres décadas de todo aquello. Pero Maxi Jiménez no se quedó con eso, y durante los 9 años que siguieron se convirtió en el detective de su propia historia.

“Era como estar excavando para encontrar un tesoro y excavar cada vez más fuerte; yo tenía hijos, una compañera, un trabajo, pero no podía parar”, dice ahora a Infobae. Así, excavando, llegó a lo que parecía imposible.

“Nací en el 79 y a medida que fui creciendo empecé a dudar”, cuenta él, que es médico toxicólogo y trabaja en el Hospital Fernández. “Cuando era chico un amigo me había dicho que éramos adoptados y aunque yo no le di cabida en ese momento me recuerdo buscando fotos de mi madre de crianza embarazada de mí, y recuerdo no haberlas encontrado”.

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