Marbella Díaz Wever
Recuerdo cuando era niña la eficiente labor de la CANTV y de la entonces empresa de electricidad CALIFE, en mi ciudad natal.
Los trabajadores de ambas empresas eran seres dedicados y comprometidos con su trabajo durante los 365 días del año.
En el caso de la CANTV, las fallas eran reparadas a la brevedad y los técnicos iban con sus equipos a las viviendas para arreglar los desperfectos, sin tener que pagar comisiones. La empresa se daba el lujo de imprimir millones de guías telefónicas para los usuarios anualmente, allí podíamos encontrar nuestros números de teléfonos (a excepción de los privados) de la Región Central y cada zona del país tenía sus propias guías telefónicas. En las páginas amarillas encontrábamos todos los números y direcciones de locales comerciales así como negocios de distintas ramas: económica, industrial, metal mecánica, recreativa, médica, ingeniería, bufetes de abogados, reparaciones domésticas, en fin una galería del quehacer cotidiano.
Trabajar en la CANTV era sinónimo de reconocimiento y prestigio.
Aún recuerdo los números de teléfonos de mis anteriores residencias: 0242 – 4123, 0242 – 369173 y 0242 – 3645479.
Sin incluir los primeros de la lista que eran de tres dígitos pues no había nacido.
También recuerdo que se llamaba para pedir una llamada internacional y cobrarla a destino marcando el 100, para pedir un número de teléfono de cualquier parte del país el 113, también para llamada al exterior el 122, el 151 y el 155, para pedir saldo y reportar un número dañado y, al discar el 19 daban la hora. Las operadoras trabajaban día y noche.
La empresa avanzó a la par del país inclusive cuando llegó la tecnología y la bienvenida a los teléfonos inalámbricos y celulares, la empresa se adecuó a los cambios, hasta que lamentablemente la curva de avances se vino a pique gracias al descuido gubernamental y la desidia, la falta de mantenimiento acabó con el deterioro de los equipos incluyendo el ALÓ.
En el caso de la empresa de electricidad CALIFE, los técnicos atendían en tiempo récord las llamadas en un número telefónico que poseían para las averías y fallas durante las 24 horas, ellos “por teléfono” explicaban los daños ocurridos en las distintas zonas y daban un aproximado del tiempo en retornar el servicio sin nunca mencionar los “tabacos quemados”. Las cuadrillas salían a solucionar los problemas pensando siempre en el derecho y bienestar que los clientes merecen acerca del buen trato y operatividad.
Así funcionaron por largo tiempo estas dos compañías de servicios básicos en la Venezuela dónde nací y crecí, una prestación y funcionamiento a cabalidad, incluyendo los calendarios y agendas que muchas veces en la época decembrina se repartían a los usuarios y donde los trabajadores gozaban de un buen seguro de salud.
Pero, ¿qué sucedió con el recurso humano y la calidad de dichas empresas?
Muchos trabajadores constituyen hoy la diáspora venezolana que migró a distintas latitudes en la búsqueda de libertad, democracia, estabilidad, calidad de vida, salud y una remuneración digna, dejando muy en alto el nombre de nuestro país y los conocimientos adquiridos en suelo patrio.
A ciegas casi estamos, la penumbra nos acompaña de noche y de día, los teléfonos ya no repican en los hogares, muchos nos quedamos con el equipo de recuerdo y un RIN RIN que nunca más sonó.
Los apagones son impredecibles, los cortes eléctricos no programados hacen mengua en los megavatios de la salud física y mental del ciudadano así como en la vida útil de los electrodomésticos, el restablecimiento del servicio es “tipo morrocoy” ocasionando muchas veces la caída de señal en la plataforma de las empresas de celulares.
Planta Centro, la termoeléctrica central no está operativa y sus instalaciones en la ruina.
Hecho muy lamentable pues llegó a ser una empresa de punta y avanzada con los mejores técnicos y operadores.
Todavía muchos usuarios cancelamos para mantener las líneas telefónicas con servicios inexistentes y la empresa pretende seguir cobrando el “mira quien llama”, “pegaito” y “fines de semanas libres”.
Año 2023, las velas, los bombillos ahorradores recargables así como las plantas eléctricas, son el pan nuestro de cada día, distracción visual y auditiva de un entorno que agobia y asfixia.
Venezuela avísame cuando estés de vuelta iluminada.
Te añoro con los brazos abiertos.