sábado, marzo 15, 2025
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La escalofriante historia de Ivan Monastyrskyi, torturado, asesinado y abandonado en Bucha

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La policía encontró el cuerpo en un campo militar ruso abandonado donde los soldados ocupantes se habían sentado a beber vino, con una risa tan fuerte que los vecinos se quejaban mientras resonaba en la calle Yablunska.

Por Infobae

Hacía semanas que sabían que había un cuerpo en el campamento, uno más entre tantos cadáveres que los rusos dejaron atrás. Los equipos que los recogían, abrumados, simplemente no habían llegado a él. Así que nadie sabía que era Ivan Monastyrskyi.

Su vecino fue el primero en identificarlo, reconociendo el rostro sin afeitar de un hombre que había visto cómo su querida calle se convertía en un campo de exterminio. Cuando su esposa, Yulia, se acercó al cuerpo, sus ojos azules se congelaron.

Tenía agujeros de bala en las pantorrillas y los brazos estaban extendidos en ángulos extraños entre listones de madera con clavos. Su mujer miró el fino jersey que llevaba y no pudo evitar pensar en el frío que debió pasar en sus últimos minutos.

Los vecinos de Yulia la escucharon esa noche, inconsolable.

“¿Qué ha pasado?”, la oyeron llorar. “¿Qué le han hecho?”.

Con su lago y sus calles arboladas, la ciudad ucraniana de Bucha, de 37.000 habitantes, era uno de esos suburbios confortables donde las familias jóvenes aspiraban a vivir algún día.

Entonces los rusos llegaron el 3 de marzo y la ocuparon por completo al día siguiente.

A medida que los investigadores recogen cadáveres y documentan lo ocurrido en los 27 días que las fuerzas rusas controlaron esta ciudad, ha surgido un retrato condenatorio. Estancados en su ofensiva hacia Kiev, a unos 24 kilómetros al sureste, los soldados rusos se atrincheraron en Bucha y comenzaron una campaña de torturas y asesinatos de civiles que ha sido calificada de crímenes de guerra por funcionarios estadounidenses y europeos. El presidente Joe Biden calificó esta semana al presidente ruso Vladimir Putin de “criminal de guerra”, diciendo: “Ya vieron lo que pasó en Bucha”.

Durante siete días de reportaje en esta ciudad, los reporteros del Washington Post documentaron 208 cuerpos en fosas o tirados en la calle. En decenas de entrevistas con residentes, fiscales, policías y forenses, así como en una revisión de fotografías, videos y registros de chats de Telegram archivados entre residentes locales, The Post documentó cómo durante casi un mes de marzo, las calles de Bucha se convirtieron en un teatro de sadismo ruso en medio de la creciente frustración por sus pérdidas en el campo de batalla.

Las pruebas demuestran que decapitaron, quemaron, abusaron sexualmente y dispararon caprichosamente contra los civiles desde los primeros días de su ocupación. Según los entrevistados, los soldados rusos iban casa por casa confiscando los teléfonos móviles para evitar que los residentes compartieran la ubicación de las tropas o hicieran fotos o vídeos de sus excesos.

Pero muchas personas se las arreglaron para mantener los dispositivos ocultos y hacer precisamente eso.

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