Marbella Díaz Wever
El lavado de cerebro o “brainwashing” es una técnica utilizada para manipular el pensamiento o la acción humana en contra de los deseos del individuo o al margen de su comportamiento.
En algunos casos se convierte en una tortura comunicacional, en la que se pretende convertir las verdades en mentiras.
En el lavado de cerebro se utilizan técnicas de persuasión pero también de violencia verbal o física para ganar terreno, generando en el sujeto más débil una demostración de amo, señor y dueño.
¿Será el lavado de cerebro un intercambio “calificado” como consciente o inconsciente?.
La vida psíquica del hombre se divide en dos áreas: la primera comprende todo lo relacionado con la vida consciente y racional (darse cuenta), mientras que la segunda abarca los procesos inconscientes o inaccesibles a la razón.
El inconsciente influye constantemente en el consciente, y con mucha frecuencia, sin que este último se percate de ello, razón por la cual a veces se experimentan fenómenos psíquicos y conductas de las que muchas veces no se saben explicar.
El “lavador de cerebro” utiliza también las recompensas como sutileza baja para ganar terreno y confianza en aquel que es “lavado”.
El lavador de cerebro o controlador del pensamiento son los nombres típicos de aquellos sujetos que en el fondo de su ser están enfermos de poder, lascivia y codicia, cuyas conductas son propensas a fines proselitistas o tienen lugar en el seno de una organización sectaria que actúa en función de una supuesta ideología filosófica-religiosa, político-religiosa, delictiva-criminal y en otras ocasiones socio-familiar.
En el lavado de cerebro se emplean dos frutos ácidos y amargos del árbol Maquiavelo: la manipulación y la maniobra, cuyas semillas están enraizadas en las familias disfuncionales y solapadas.
La manipulación se hace de manera inconsciente y la maniobra de manera consciente.
El lavado de cerebro pareciera ser una trama de suspenso, espionaje y ficción como las del director de cine, Alfred Hitchcock, quien utilizaba en sus largometrajes, la violencia, el miedo y los gangster para intimidar, extorsionar y sobornar las menguantes víctimas, cuando en realidad quien lo ejecuta puede identificarse como un psicópata o como portador de conductas psicopáticas.
El lavado de cerebro triunfa cuando la víctima es sumisa, apartada e indefensa.
El abuso y el maltrato también forman parte del cotillón encubierto por parte del “controlador mental”, tal como es usado por los explotadores o aquellos que viven a merced de la esclavitud.
Cuídese de los habilidosos, del engatusador, del mediocre sugestionador, del mago hechicero de dos cabezas y del seductor que le provoca ceguera espiritual y humana despojándolo de su identidad sometiéndolo a condiciones extremas: hambre, sueño, frío, encierro.
Y… a usted, ¿quién le ha lavado o le lava el cerebro?