Al igual que su madre, Isabel II de Inglaterra, era una gran amante de la ginebra. De hecho, es una de las bebidas alcohólicas favoritas de la monarquía, acostumbraba con frecuencia a disfrutar de una copa acompañada de hielo, limón y un toque de vino especiado similar al vermú, un combinado que se conoce como Dubonnet.
Dentro de una de las muchas posesiones de la reina, se encuentra una empresa que fabrica Ginebra, elaborada con extractos botánicos recolectados en los jardines del palacio de Buckingham. También produce vino espumoso de sus viñas en Windsor Great Park. Y con el sello real se venden Oporto portugués, champán brut reserva e incluso vino tokaji húngaro.
Pero a partir del año pasado, la monarca debió abstenerse de tomar alcohol y tuvo que renunciar no solo al Dubonnet, al vino o al champán, sino a tomarse un dry martini o un vino dulce antes de acostarse, dos de los caprichos que aún se regalaba cuando tenía 95 años.
Según dos fuentes cercanas a la monarca, que cita la versión estadounidense de Vanity Fair, los médicos aconsejaron a la reina que deje el alcohol, salvo en ocasiones especiales, para asegurarse de que gozara de una buena salud con vistas a su agenda de otoño y a las celebraciones para conmemorar el 70º aniversario de su reinado, el cual se celebró el pasado junio.
“A la reina le han aconsejado que renuncie a su copita nocturna, que suele ser un martini”, dice un amigo de la familia. “No es que suponga un gran problema para ella, no es una gran bebedora, pero parece un poco injusto que a estas alturas de su vida tenga que renunciar a uno de sus pocos placeres”. Así que en lo sucesivo, Isabel II solo bebía agua y refrescos. “Nada de alcohol, sus médicos quieren asegurarse de que esté lo más sana y en forma posible”, confirmó una segunda fuente en aquel momento.
Aunque de dijo que la reina consumía cuatro bebidas alcohólicas al día, el chef Darren McGrady, que cocinó para ella de 1982 a 1993, dijo que Isabel II hacía cuatro pequeñas comidas al día (que incluyen el té y una porción de tarta por las tardes). Pero que rara vez bebía en el almuerzo y a menudo disfrutaba de una única copita pequeña de vino dulce alemán para acompañar la cena.
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