sábado, marzo 15, 2025
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La teoría de las ventanas rotas; por Marbella Díaz Wever

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Marbella Díaz Wever

En el año 1969, Philip Zimbardo, psicólogo social e investigador de la Universidad de Stanford, realizó un experimento sugestivo para comprobar el comportamiento social de los individuos ante una situación de caos generando posteriormente un delito, el cual se convirtió en una teoría gracias al trabajo de George Kelling y James Wilson: “la Teoría de las Ventanas Rotas”.
– EXPERIMENTO (Primera Parte):
Tal experimento consistía en abandonar un coche en un barrio de mala fama (Bronx, NY), zona pobre, peligrosa y con alta tasa delincuencial en aquella época.
El vehículo lo dejaron con las puertas abiertas y con las placas arrancadas, para observar que sucedía. Al cabo de 10 minutos, el coche empezó a ser desvalijado y en tres días ya no quedaba nada, era un deshecho.
– (Segunda Parte):
El otro experimento consistía en abandonar otro vehículo idéntico al anterior y en similares condiciones, pero en un barrio considerado rico y tranquilo (Palo Alto, California). Durante una semana no le sucedió nada al auto.
Sin embargo, el psicólogo decidió intervenir, cogió un martillo y golpeó algunas partes de la carrocería e incluso algunas ventanas. El coche pasó de estar impecable a mostrar signos de maltrato y deterioro. Entonces se confirmó la teoría que el investigador manejaba: ‘a partir del momento en que el coche mostró un mal estado, los habitantes de Palo Alto actuaron igual a los habitantes del Bronx.
La Teoría de las Ventanas Rotas demuestra algo elocuente: “si en un edificio, casa, finca, aparece una ventana rota y no se arregla pronto, el resto de las ventanas corre peligro de ser destrozadas”.
¿Por qué?
Porque la pereza y desmotivación se apropia de las personas para enfrentar y solucionar el problema.
La expresión “ventana rota” es el símbolo de muchas actitudes incívicas, donde hay despreocupación y descuido que conducen a la orfandad, a la indigencia emocional, al maltrato de la propia estima, al desaliño físico o material hasta extenderse al propio ser y su entorno.
Resolver, reparar, corregir y restaurar debería ser la prioridad inmediata de un individuo antes de que sucumbe y sea arrastrado tanto en lo exterior como en el interior de su vida.
Las ventanas rotas no sólo se refieren a las cosas materiales, sino también a las familiares, emocionales, personales, colectivas.
La disciplina es la primacía en lo que pensamos y en lo que nos enfocamos para conseguir un objetivo o adquirir un hábito, relajarnos ante la omisión de lo verdaderamente importante abrirá una “groera” (agujero) y la embarcación se hundirá, tal como ocurrió con el Titanic.
¿Cómo enfrentar las ventanas rotas?
Es normal que en algún momento se rompan algunas ventanas porque son de vidrio; pero, debemos ser conscientes del efecto que produce esta teoría, de lo contrario se producirá un Efecto Mariposa en nuestro ambiente.
La lectura del investigador, Philip Zimbardo, es un mensaje contundente: “aquí nadie cuida de esto, porque está en abandono”.
Si se desatiende un área de nuestro YO, el maltrato y la agresión, será la norma como resultado.
No permites que saqueen tu altar interior, no te conviertas en marioneta de nadie, ni que otros impongan su comodidad a costillas tuya.
Ten valor para enfrentar y restaurar las ventanas rotas, tómate un tiempo para ello sin menospreciarte pues eres merecedor (a) de bienestar, placer, paz, calidad, felicidad.
Quizás en algún momento somos nosotros quienes rompemos las ventanas físicas o emocionales de otras personas siendo también los responsables de la expansión de la omisión ajena o propia.
Actuemos como agentes de reparación y reconstrucción.
Y tú, ¿permites en tu estructura física, emocional, social, la presencia de ventanas rotas?.
NOTA:
Lamentablemente, con el tiempo algunas ventanas rotas serán poco fácil de “reconquistar”, pues han escalado a su hora menguada.
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