Emoción, alegría o euforia son sentimientos que por lo general experimenta una persona cuando escucha su canción favorita, más si es a todo volumen, y es que muchos pueden decir con toda seguridad que uno de los placeres más grandes en la vida es la música.
Así que, ¿Qué sentido tiene ir a un concierto, discoteca o evento que no tiene música en un volumen lo suficientemente alto? La mayoría respondería que ninguno.
Sin embargo, abusar de ese placer y hacerlo durante mucho tiempo, tanto en actuaciones en directo como a través de auriculares, puede provocar daños irreversibles en los oídos.
La Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL) ha alertado de que la exposición continua de los jóvenes a niveles exagerados de música, tanto a través de auriculares como en conciertos o discotecas está adelantando unos 20 años la aparición de pérdida auditiva asociada a la edad.
El pasado mes de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que «más de mil millones de personas con edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos».
De acuerdo con El Mundo, estos datos han hecho que la OMS fije unas nuevas recomendaciones para tratar de limitar la pérdida de audición, entre ellas, aconseja «un nivel sonoro medio máximo de 100 decibelios» en lugares y recintos de entretenimiento; «entrega al público de protección auditiva personal» y «el acceso a zonas silenciosas para que los oídos descansen y disminuir así el daño auditivo».
La cóclea, la parte del oído más afectada
«Dentro de ella se encuentran las células ciliadas, que son clave cuando se produce el daño auditivo, y también en las neuronas que forman parte de nuestro nervio octavo par craneal. Las ciliadas de la cóclea se conectan con esas neuronas del nervio auditivo que son las que permiten que la audición llegue a nuestro cerebro. Es en esa conexión donde se produce el daño auditivo», explica Paula Sánchez, vocal de la Comisión de Audiología de la SEORL y especialista en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).
Pero el perjuicio, según añade, no se limita al oído, ya que, «puede dar lugar a un espectro de síntomas auditivos muy grandes, entre ellos, la hipoacusia neurosensorial, acúfenos (ruido constante en el oído), hiperacusia (hipersensibilidad a los sonidos) y, aunque menos conocidos, inestabilidad y mareos».
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