domingo, abril 27, 2025
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Conoce 3 razones por la que pudieras sufrir de hígado graso aunque no tomes alcohol

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Con frecuencia se relaciona la patología del hígado graso a un alto consumo de alcohol, pues suele ser de los casos más comunes, pero las grasas procesadas y los azúcares añadidos también son factores que pueden poner en riesgo la salud del órgano.

Un ensayo realizado por investigadores de la Escuela Keck de Medicina de la Universidad de California del Sur (USC) y publicado en Frontiers in Immunology aporta información sobre la relación entre la enfermedad hepática y la alimentación. En concreto, cómo los niveles de colesterol van dañando el tejido del hígado a medida que aumentan.

De acuerdo con El Español, los investigadores han demostrado en modelos de ratones con hígado graso que su enfermedad empeoraba cuando presentaban altos niveles de colesterol, que agravaban efectos nocivos como la inflamación o la aparición de cicatrices en el tejido hepático.

Este tejido cicatrizado demostró ser incapaz de regenerarse incluso cuando se proporcionó a los ratones una dieta baja en grasa para corregir sus niveles de colesterol. A todos estos deterioros se suma una alteración de unas células inmunes, los macrófagos, vinculados a la progresión del hígado graso.

«Lo que vimos fue que, si sigues una alimentación elevada en azúcares y grasas, y le añades altos niveles de colesterol, todo ello acelerará el proceso que provoca la inflamación del hígado», explica la Dra. Ana Maretti-Mira, profesora asistente investigadora de la Escuela de Medicina de la USC. «La gente se centra en el riesgo para el corazón cuando piensa en el colesterol elevado, pero hemos demostrado que el hígado también puede verse afectado, sufriendo inflamación, cicatrices, y potencialmente cirrosis».

El azúcar, la grasa y un alto colesterol dentro de los más nocivos

Para llegar a este resultado, los ratones fueron divididos en tres grupos, según el nivel de colesterol que recibirían en su dieta durante 20 meses, equivalentes a la mitad de su vida. El grupo bajo en colesterol solo recibió una cuarta parte de lo que se le proporcionaba al grupo intermedio, mientras que el grupo alto tomó 25 veces más que el bajo. Al término del ensayo, todos mostraban síntomas de hígado graso, pero la enfermedad se encontraba en estado avanzado en el grupo alto en colesterol, con signos de inflamación y cicatrización del tejido hepático.

A continuación, se les cambió de dieta, reduciendo el colesterol para todos pero manteniendo los azúcares y grasas. Diez semanas después, la inflamación se había reducido para el grupo con el hígado más afectado, pero las cicatrices no se habían curado como en los dos otros grupos. La pérdida de la capacidad regenerativa del hígado terminaría conduciendo a un proceso de cirrosis no alcohólica.

Lea la nota completa en el portal web El Español 

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