(ENTREGA # 12 CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DE LA TOMA DE PUERTO CABELLO)
Marbella Díaz Wever
Cuando el español Juan de Villegas fundó Borburata el 24 de febrero de 1548, no existía Puerto Cabello.
Borburata era un poblado y a la vez el puerto donde calaban los barcos europeos y las goletas antillanas.
Un lugar casi escondido protegido por recias montañas de rasgos viriles con sombreros de copa, cuya vía de estrechas rectas con algunas curvas comprometidas lucen arropadas de verdor, hechizadas por las flores silvestres y bañadas por el arroyo del río Borburata donde los manglares, arrecifes y corales se diluyen en lágrimas salinas.
Para llegar a la morada del Santo Cristo de la Salud, la tierra del tambor, cumaco y vera en las noches de San Juan, hay que tener cautela pues muchos han quedado en la vía sin aliento, camino lleno de cruces a los lados como ofrenda a las almas que han fenecido allí.
Borburata es como un pequeño continente ancestral, donde primero fue el indio después los piratas, aventureros y contrabandistas.
Al adentrarse a la bucólica parroquia concerniente al Municipio Puerto Cabello, encontramos el sector El Manglar a 1 km antes de llegar al poblado, aposento sagrado de una mujer de ojos azulados como el sinfín del cielo.

Saboreando sus 87 años, Ella Cristina Hoffmann González de Senior, camina a duras penas sin mucha visión recordando su vasto transitar cultural purificado por su amada geografía, perfumado por los hilos de sus poemas y plasmado en la letra de su himno.
* EN UN BANCO DE LA PLAZA BOLÍVAR
Ella Cristina nació el 12 de julio de 1936, en la plaza Bolívar de Puerto Cabello. Quizás algunos residentes de Puente Dentro pudieron ver parir a Ana Teresa González de Hoffmann, quien sintió las primeras y sucesivas contracciones de parto en un banco de la plaza, mientras los observadores la consolaban, ella pujaba dando a luz a una preciosa niña de grandes ojos azulados.
La protagonista de esta narrativa es merecedora de este tributo con motivo del Bicentenario de la Toma, pues ha sido gurú artesanal, canto, cuento, poesía, pintura, hilandera, chamana, borburateña empedernida, en fin una mujer conectada con el sonido del tambor, el sabor del tostón y la floresta madre naturaleza.
Hija de don Ernst Hoffmann Arps, alemán de Hamburgo, luterano, quien llegó a tierra porteña en plena Guerra Mundial, trabajó en una compañía de vapores y, de doña Ana Teresa “Teté” González Coll de Hoffmann, porteña, católica, criada por las monjas del San José de Tarbes (hoy Sagrado Corazón de Jesús), donde le inculcaron los finos modales bajo los estándares europeos así como el dominio del francés y el inglés.
La abuela Ana Teresa de Hoffmann fue la mujer que le abrió la puerta a Ernst Hoffmann hasta que se casaron, vivieron entre Cúpira y Caracas, luego se asentaron definitivamente en Borburata.
Don Ernst compraba terrenos a cambio de sacos de papa y otras veces con los ahorros del sudor de su frente, llegando a poseer una extensión de tierra de 5 hectáreas al lado de la vaquera de Borburata, lugar lleno de pasto, vacas, caballos, becerros, gallinas, donde hoy está eregida la Granja Bolivariana.
Mientras los vecinos de Ernst Hoffmann dormían o descansaban la siesta, él trabajaba hasta de madrugada alabando a la Santísima Trinidad.

Ella Hoffmann de Senior comenzó a escribir su historia desde su nacimiento, su pasión por el entorno de Borburata la transformaron en una mujer de gran sensibilidad social, espontánea sonrisa, dulce voz e inquietud manifiesta en la ayuda al prójimo recibiendo el honor de llamarse Hija Ilustre del poblado.
“Yo soy una de tus hijos Borburata,
que te vengo a traer mi sereneta
con el alma del indio Cachirí
me acompaña tu río que es de plata
y ha querido recorrerte junto a mí,
y sentimos el sabor de tus entrañas
al llegar a la gran siembra de caña
¡Qué alegría! ¡Qué alborozo!
(Última estrofa del Himno de Borburata, EHS).
* NIÑITA DE OJOS AZULES
Niñita de ojos azules que creciste libre volando cometas, con tus pies descalzos sobre tierra mojada aprendiste la historia de un poblado antiguo donde las mujeres lavaban la ropa a la orilló del río restregando con piedras en forma de mano y entonando poesías como cuentos de camino.
Ella Hoffmann ha desgranado el maíz guardando el carozo para hacer burriquitas sin desperdiciar ningún material completando sus obras maestras con palitos, resortes, alambres, estambres y bordados.
Ingresó en 1943 al Colegio Sagrado Corazón de Jesús para cursar la primaria y luego se fue a Caracas donde estudió la secundaria en el Colegio de Campo Alegre, egresando en 1951.

Cursó estudios superiores en la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez obteniendo el título de Licda. Educación Mención Desarrollo Cultural en 2010.
Rodeada de telas, encajes, tules y bañada de azúcar, suspiro, merengue y baño de María, se convirtió en una mujer amante de las tortas en baño de muselina. Repostera de las buenas hizo las tablas de la ley en torta pero también en madera.
Ella Hoffmann no le ha temido a los fantasmas, con machete en mano ha rondado Borburata despejando el camino para acariciar la naturaleza ahuyentando los malos espíritus.
* PASEANDO POR LA PLAZA FLORES
Deleitándose al caminar por la plaza Flores en compañía de sus amigas para disfrutar de los atardeceres, conoce a Edgar ‘Catire’ Senior, militar de gran respeto, pero horas más tarde, Dios le tenia reservado el flechazo apasionado de su vida al cruzar mirada con Juan Maximiliano Senior Díaz, quien se encontraba bajo la sombra de los árboles de la plaza. Ella se alistaba para montarse en el carro de su padre que la llevaría de regreso a la génesis de su infancia, él permanecía tácito, escaneando la hermosa mujer que había sacudido sus emociones con una sólo mirada.
La plaza Flores se convirtió en el epicentro del fecundo romance y noviazgo que florecía, tomados de la mano caminaban días después derrochando su amor a vox populi.
Juan Maximiliano Senior Díaz estudiaba Economía en Boston (USA) pero Ella Cristina lo puso en tres y dos, motivo por lo cual no regresó a culminar sus estudios y decidieron contraer nupcias en la Iglesia San José de Puerto Cabello.
Engendraron cuatro hijos: Flora Teresa, Juan Ernesto +, Jessica Teresa y Ella Carolina.

* LA CASA DE LA CALLE LANCEROS Y SU PUENTECITO
Flora Teresa Senior Hoffmann, narra: “La recepción de la boda de mis padres se realizó en la casa de mi abuelo paterno Juan Maximiliano Senior Sambrano, cuya casa era la de la calle Lanceros y su famoso puentecito. Allí mi abuelo tuvo una tabaquería, elaboraban y vendían los tabacos El Presidente, Ramón Díaz Sánchez, amigo de la familia, cuando iba se recreaba al echarle saliva para enrollar las hojas de tabaco, posteriormente mi abuelo se dedicó a la venta de Ron Santa Teresa, el cual competía con el ron que vendía José Vicente Monasterios”.
“La casa de la calle Lanceros tenía tres entradas por la calle Bolivar, de las cuales dos daban a la oficina, en cuya puerta lucían unas argollas de bronce colocadas en el medio sirviendo de picaporte, la casa fue construida con madera amarga.
Mi abuelo siempre estaba sentado en el escritorio de su oficina con una lamparita encendida y la caja fuerte abierta a su lado”.
“En un principio la casa no tenía el puentecito, pero mi abuelo decide mandarlo a construir a raíz de que las carretas pasaban muy rápido, por ello el Sr. D’Guida realizó el puentecito de la famosa calle Lanceros haciendo que las carretas disminuyeran su velocidad. El sr. D’ Guida también construyó el Edf. Pizzolante frente a la plaza Concordia”.
“La segunda entrada tenía una celosía y la tercera entrada una escalera de granito que conducía a la vivienda familiar en la parte alta”.

“Los trabajadores de la tabaquería guindaban por el lado de la calle Lanceros las hojas de tabaco en los atriles para que la brisa marina secara las hojas”.
“Actualmente en esa casa vive mi prima Flora Estela, hija de mi tía Miriam Senior y Pedro Dao, quien custodia la casa de los 17 herederos».
* RAMA HOFFMANN
La descendencia de Ernst Hoffmann y Ana Teresa “Teté” González Coll de Hoffmann fue fecunda, sus hijos: 1. Ana Margarita de Capriles, (vive en San Juan de los Morros y es viuda del hijo de papá abuelo Capriles, quien fue enterrado en el cementerio protestante de la ciudad), 2. Ella Cristina de Senior (residente patrimonial de Borburata, viuda de Juan Maximiliano Senior), 3. Ernesto (casado con Anaís Parada Dacovich, vive en Barquisimeto), 4. María Elizabeth ‘la Nena’ de Bryant (viuda del ingeniero Robert Bryant fundador de Venepal, residenciada en USA), 5. Berta Matilde de Stopello (viuda de Sabino Stopello, vive en Caracas) y, José Martín (residenciado en México y viudo de una borburateña).
* RAMA SENIOR
Los hijos de Flora Díaz de Senior, porteña, hija de española y, Juan Maximiliano Senior Sambrano, coriano, hijo de judíos, fueron seis: Judith Elena “Yiyo” +, Juan Maximiliano +, Edgar Gualberto +, Miriam Marlene +, Thaís (reside en Caracas) y, Hugo +.
Ella Hoffmann estudió pintura con la sra. Carmen de Ferrato, esposa del constructor del campanario de la Iglesia San José.
Fue gran amiga del padre Padilla, cura que en una época estuvo al frente de la Iglesia de Borburata hasta que se fue a vivir a USA.
Mujer habilidosa con las manos, siempre dándole utilidad a los materiales de desecho elaborando piezas únicas.

Don Juan Maximiliano Senior le compró una tienda a su esposa, llamada “El Salón de Alicia”, tenía tres costureras como personal de ayuda y quedaba frente a la librería Escolar. Ella Hoffmann realizaba el ajuar completo a la medida para comuniones y matrimonio para hombres como mujeres. La tienda estaba ubicada frente a la parada de los autobuses que venían de Puente Dentro hacia Rancho Grande, fue gran amiga de doña Lulú de Vadell y la tienda permaneció hasta que demolieron el Mercado Municipal.
* ALLÁ EN RANCHO GRANDE
Después de casados, Juan Maximiliano y Ella Cristina, se mudaron a una casa del Banco Obrero en Rancho Grande, lote 28 # 48, teléfono 4050. Durante 18 años pagaron 5 bolívares mensuales por la vivienda, la Iglesia La Coromoto no se había construido.
Don Juan M. Senior trabajó en Caribe Motors (Alcantarilla) y después en vapores (cargo vacante que ocupó del suegro Hoffmann), fue director y socio de Aníbal Dao en N.D.DAO y gran conocedor de negocios.
* OTRA VEZ BORBURATA
Flora Teresa, comenta: “Mi padre hizo un viaje con Nelson Dao a New Orleans (USA) porque era asesor de negocios, vivíamos en Rancho Grande, en ese momento mi madre aprovechó la oportunidad para devolverse a Borburata, puso un tirro en el piso que decía: ‘estamos en Borburata’ y dejó lista la maleta de papá, cuando regresó se encontró con la sorpresa, no quedándole otra alternativa que adaptarse a Borburata. Mi papá detestaba los zancudos y mosquitos mientras que a mi madre ni se le acercaban. Fue allí cuando mi padre decidió comenzar a sembrar semeruca y granada.
Mi mamá se crió con gente mayor, las tías abuelas Coll Behrens, quienes vinieron de Irlanda tras la hambruna y eran luteranas, con ellas mamá empezó a reutilizar muchos materiales de desechos mientras papá coleccionaba los fresquitos de compotas”.
Los hijos de Ella Cristina y Juan Maximiliano se criaron envueltos en las manifestaciones culturales que su madre emprendió y en el azúcar que utilizó para el glaseado de sus tortas. Una lealtad familiar heredada.

Ella Hoffmann formó parte del Ateneo de Puerto Cabello, de los Hogares Crea y de la Junta de Fomento Cultural y Social del Municipio Borburata.
Su oído acústico sirvió de estímulo para la elaboración de tambores, conociendo a la perfección los grados que faltaban para completar la escala musical, razón por la cual “Un Solo Pueblo” no desestimó utilizar el primer cumaco elaborado por sus manos.
¿Quién no conoce a Ella Hoffmann en Borburata?
Es viento, lluvia, serenata, tambor, versos y autora del Himno de Borburata, una luchadora social incansable, mujer de templanza como el título de su poemario (2014), frenética del aprendizaje constante y los deseos de superación.
* AGRADECIMIENTO
Sólo una hija puede sentir la inmensidad del amor de una madre, Flora Teresa Senior Hoffmann, nos ha brindado la posibilidad de admirarla y reconocerla en todo su esplendor por las virtudes, el ejemplo, la sensibilidad humana y su realización integral incluyendo los secretos que el cerebro y el corazón de Ella Cristina aún atesora.