La pérdida del cabello (alopecia) puede afectar solo al cuero cabelludo o a todo el cuerpo, y puede ser temporal o permanente, según Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación. Además, puede ser el resultado de la herencia, cambios hormonales, afecciones médicas o una parte normal del envejecimiento. Es importante señalar que las personas suelen perder de 50 a 100 hebras de cabello al día y esto no se nota ya que crece cabello nuevo al mismo tiempo.
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Otro factor que podría estar dañando el cabello es la sal en los champús. Por esta razón, los expertos recomiendan evitar estos productos. Si no se puede encontrar un champú sin sal, se puede optar por uno elaborado con ingredientes 100 % naturales.
Además, la pérdida de cabello también está asociada con la alimentación y puede ser un signo de deficiencia de minerales como hierro, zinc, cromo, magnesio o potasio. También puede indicar resequedad en el cuero cabelludo debido al sol. Es importante proteger el cabello de los rayos solares y otras fuentes de luz ultravioleta, ya que esto afecta las propiedades elásticas del cabello.
De todas formas, la entidad sin ánimo de lucro explicó que se debe consultar a un médico si se nota pérdida repentina de cabello o en parches, o si se cae más de lo habitual al peinar o lavar el cabello.
Según el diario Qué!, la falta de ciertas vitaminas como vitamina C, biotina, vitaminas B, vitamina A, vitamina E y vitamina D puede provocar caída del cabello.
Por esa razón, es importante tener una alimentación balanceada y saludable que incluya proteínas, carbohidratos, grasas, frutas y verduras para evitar deficiencias de vitaminas.
Para mantener un cabello sano, brillante y fuerte, es importante cortar las puntas regularmente, usar solo la cantidad necesaria de champú y aplicar mascarillas para hidratar y reconstruir el cabello. Antes de hacerlo, es importante determinar si el cabello es seco o graso para saber qué mascarilla usar. Si no se sabe, se puede consultar a un experto.
Además, es recomendable cepillar el cabello varias veces al día para estimular la circulación sanguínea y facilitar la oxigenación de las células. Esto favorece la restauración del cabello dañado y opaco.
Por otro lado, no se debe lavar el cabello con tanta frecuencia, ya que el agua y los productos de limpieza eliminan los aceites naturales que ayudan a mantenerlo hidratado. Se recomienda lavarlo cada dos o tres días. También es aconsejable utilizar agua tibia, no más de 36 ºC, y finalizar el lavado con agua fría para cerrar las cutículas y lograr más brillo.
El cuero cabelludo debe estar limpio, ya que es la base sobre la cual crece el cabello sano y fuerte. Un cuero cabelludo sucio puede contribuir a la caída y la pérdida de densidad y volumen.
En cuanto al secado, se recomienda no frotar el cabello cuando está mojado, ya que es más sensible y propenso a romperse. Además, la cutícula se abre y se encrespa. Lo ideal es utilizar una toalla de microfibra y envolver el pelo para absorber la humedad.
Por último, es recomendable evitar tratamientos agresivos como rizadores calientes y planchas para el cabello, ya que deshidratan el cabello y lo debilitan.