Tras la nueva variante del COVID-19, se ha evidenciado que dos dosis de algunas vacunas no ofrecen casi ninguna protección contra una infección de ómicron, aunque reducen considerablemente el riesgo de complicaciones y asistencia hospitalaria.
Todas las vacunas se desarrollaron para combatir la primera versión del virus que surgió hace dos años. La dosis de refuerzo es una dosis de vacuna que se administra después de la primovacunación. Es decir, después de administrar una o un conjunto de dosis de vacuna para que la persona adquiera inmunidad frente a la enfermedad que se quiere prevenir. El objetivo es reforzar la respuesta inmunitaria.
Con las vacunas atenuadas (microorganismos vivos de virulencia atenuada) la respuesta que se consigue en la primovacunación es muy elevada y de larga duración. Por eso, la protección que te da una tercera dosis es mayor y más amplia que la anterior; con ella, es suficiente para proteger de forma duradera frente a la enfermedad.
Una serie de estudios de laboratorio y datos del mundo real mostraron que los anticuerpos neutralizantes que tienes después de recibir dos dosis de una vacuna de covid eran menos efectivos contra la variante ómicron.
El profesor Danny Altmann, inmunólogo del Imperial College en Londres, dijo que quedabas con «absolutamente nada» y eras «presa fácil para una infección».
Cada dosis de la vacuna desata otra ola de evolución de anticuerpos en el sistema inmune. Va en busca de mejores anticuerpos que puedan adherirse más firmemente al virus. Es un proceso llamado maduración de la afinidad.
«Tus anticuerpos adquieren mejor forma a medida que pasa el tiempo, se vuelven más refinados y más sofisticados», comentó el profesor Altmann.
Dosis adicionales de la vacuna también hacen que el sistema inmune amplíe su repertorio de anticuerpos a medida que encuentra nuevas maneras de atacar el virus. Por ello es necesario administrar nuevas dosis de refuerzo para restaurar la protección.