(ENTREGA # 7 CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DE LA TOMA DE PUERTO CABELLO)
Marbella Díaz Wever
“Vuelvo al puerto de mi infancia
Lejanía profunda del recuerdo
Para anclar la nostalgia de los tiempos idos
Los cerros
Las calles de salitre y ponsigué
El mar
Los cocos y la uva de playa
Los bares de brisa marina
Llenos de son de guaracha y bolero caribe…
Los negros teñidos a martes de carnaval
La danza de San Juan ¡Abigarrado tambor!
Ensalmes de incienso y licor
En las calles y en las plazas…”.
(Christian Farias, porteño, “En el borde del oleaje”).
Entre ecuaciones y despejes matemáticos o físicos, Antonio Cuauhtémoc García Salas, ha transitado Puerto Cabello incansablemente de extremo a extremo sin pretensiones, su trayectoria como docente le permitió nadar sobre un mar de números y raíces cuadradas buscando impartir los conocimientos con pedagogía y rectitud valorando siempre la dignidad de los alumnos y a su vez legitimar una ecuación para describir su ciudad natal.
La tiza y el pizarrón fueron los instrumentos de su cotidianidad como docente en el puerto que lo vio nacer hace 83 años en una vivienda ubicada en la calle Valencia c/c Miranda.
Para muchos es Guatemó o Watemó, pero su crédito tiene una interesante historia.
De raíz indígena proviene su nombre, específicamente de la cultura azteca, el upateño don Horacio García, padre de nuestro entrevistado, después de leer un libro sobre la vida del último cacique mexicano, emperador de los aztecas, regalo de una hermana que había visitado México junto a su esposo en la época del presidente Lázaro Cárdenas, no dudó en escoger ese nombre tres años después cuando doña Hilda Salas de García daba a luz a su primogénito hijo, el 08 de septiembre de 1940.
Cuenta la leyenda que Cuauhtémoc fue líder dentro de su tribu, murió asesinado por el conquistador Hernán Cortés haciéndolo caminar sobre brasas encendidas…, “¿por qué lloras cobarde?”, le preguntó el español, y Cuauhtémoc respondió: “¿crees que estoy caminando por un lecho de rosas?”, este nombre en Náhualt significa: “Águila que cae”.

* REMINISCENCIAS
En la época del presidente Isaías Medina Angarita, la zona de Rancho Grande era casi desértica, una cuadra de casas y otra cuadra de monte, las calles eran de tierra, los cochinos, las gallinas y los chivos circulaban por doquier visitando los corrales de otros vecinos, las únicas calles pavimentadas eran la Bolívar y la Juan José Flores.
La familia García – Salas decide residenciarse en Rancho Grande lote 17 (ave. Juan José Flores, en la actualidad calle 40/41).
“Estudié parte de la primaria en el colegio La Salle del puerto y la otra en Barquisimeto. Al ganar la presidencia Rómulo Gallegos, mi padre era dirigente político por AD y ejerció funciones como Presidente del Concejo Municipal de la ciudad pero al caer el gobierno de Gallegos e iniciarse la dictadura, mi padre fue apresado; en ese momento la policía quedaba en la calle Bolívar, yo le llevaba la comida diariamente. Al salir en libertad debió ir a Valencia para hablar con el Gobernador porque no dejaban de perseguirlo; se desempeñaba como trabajador en la Aduanera de los Borrego en la calle Comercio y cuando le dieron sus prestaciones sociales la decisión fue irnos a Barquisimeto. En el año 1942, mi padre fallece y debimos retornar al puerto, mi madre y mis hermanos: Horacio y Luís Ramón”.
“Tenía 12 años cuando regresamos, mi madre era radióloga y laboraba en la Unidad Sanitaria como asistente del Dr. Turowsky”.
“En ese momento retomé mis estudios lasallistas para culminar la primaria, recuerdo mis compañeros: Calabria, Vigas, Fernández y Juancho Baptista. Al salir de 6to. grado, mi tío Oscar Salas, cabeza de familia, me envió a estudiar el primer año a Trinidad y Tobago en el colegio Venezuela cuyo dueño era el prof. Escandón, habían muchos profesores venezolanos como Hilario Toledo, quien había migrado a causa de la dictadura y años más tarde fue un compañero de trabajo. Después de mi retorno, mi tía Carmen Edelmira García de Bermúdez ejercía el cargo de profesora directora del liceo Aristides Rojas en San Felipe, allá me inscribieron para estudiar el segundo y tercer año de secundaria, viví con ellos y en ese momento me motivé para ingresar al Centro de Estudiantes como miembro activo de la izquierda.
Al pisar nuevamente el puerto decido ingresar a la Escuela Naval motivado por la figura de Wolfang Larrazabal, pero me di cuenta que no soy hombre para usar uniforme y me había equivocado al tomar esa decisión. Fue tanto el ir y venir que mi madre decidió internarme en el Instituto San Pablo de Caracas donde estudié el cuarto y quinto año”.
Cuauhtémoc García ingresa a la Universidad Central de Venezuela con la intención de estudiar Economía y continúa viviendo en el Internado como vigilante de los alumnos internos pues no tenía dónde vivir y tampoco cómo costear los gastos. Al concluir el primer año entusiasmado con sus compañeros deciden ir al litoral para pasear pero lastimosamente fueron asaltados, Cuauhtémoc recibe un golpe en la cabeza lo que le ocasiona una fractura de cráneo, los médicos le indican un año de reposo absoluto y de esa manera recoge sus pertenencias devolviéndose a la casa materna en Rancho Grande.
Ese año de convalecencia se produce la sublevación de un grupo de militares y civiles en la Base Naval contra del presidente Rómulo Betancourt, evento conocido como El Porteñazo (02 de junio de 1962), Cuauhtémoc se mantenía en casa, durante unos días la familia tuvo que dormir en el suelo bajo el sonido de las ametralladoras.
Él comenta: “Recuerdo que los últimos rebeldes se escondieron en Rancho Grande y en la noche los tiros hacían añicos nuestros oídos fueron momentos de incertidumbre. Ignoramos cuántos murieron y tal vez no se sepa nunca”.

“Desde antes de tener 16 años mis sentimientos fueron de izquierda aunque no pertenecía a ningún partido político. Recuerdo algunos vecinos en el Rancho Grande de entonces: el Sr. Alejo Fuentes; los Calabria: Eddy, Efraín, Oswal y Yolanda; el Dr. Jesús Díaz Noriega; don Luís Hernández Ascanio y su esposa doña Olga Carbonell de Hernández (a quienes llamaba tíos) y sus 5 hijos: Guaicaipuro, Atahualpa, Roraima, Maigualida y Tibisay, quienes tenían nombres indígenas, una hermosa familia muy amiga nuestra que luego se mudaron a Maracay pero seguimos manteniendo lazos de amistad.
Mi madre fue una mujer muy trabajadora, durante 40 años laboró en la Unidad Sanitaria hasta que la jubilaron, falleció a los 93 años y siempre estuvo dedicada a sus hijos”.
Rancho Grande se fue poblando con la llegada de muchas familias conocidas, los manglares comenzaron a desaparecer con el asfaltado de sus calles, se observaba un cambio en el entorno, una urbanización rodeada de montañas, con comercios inolvidables como la Proveeduría del IPSFA, abastos en casas, la escuela José Ramón Pelayo, la Iglesia La Coromoto, la fábrica de arepas en el lote 30, la comunidad de Rancho Chico que hacía vida social con los habitantes de Rancho Grande, la urbanización Tejerías, el poblado de Valle Seco, en fin gente afable que compartía las tradiciones y costumbres.
* DEL PEDAGÓGICO A LA UC
“Elijo irme al Instituto Pedagógico de Barquisimeto para estudiar Matemática y Física pero me expulsaron por pertenecer al Centro de Estudiantes. Nuevamente me devuelvo a Puerto Cabello e ingreso a la Escuela de Educación de la Universidad de Carabobo, allí obtuve mi título en Administración Educacional.
Comienzo a trabajar en Guacara en el liceo Miguel Enrique Delgado Palacios y al cabo de dos años me retiro para fundar junto a otros compañeros docentes el liceo Manuel Gual, cuya primera sede estaba en la calle Sucre donde funcionó el Hospital Municipal hasta que se consiguió el lugar apropiado para la mudanza, durante 29 años impartí la asignatura de física, también trabajé en el liceo Centro de Estudios Carabobo como profesor de matemáticas y ejercí por un corto tiempo el cargo de Subdirector”.

* PRIMERA FERIA PORTEÑA
“Viví una juventud plena y feliz, disfruté del Hotel Los Baños y la Capitanía de Puerto mucho antes que la demolieran, visité el Club Recreo y el Club Los Rivales porque me encantaba formar parte de las comparsas en Carnaval. Los bailes de entonces eran con la Billos Caracas Boys y los Melódicos, grandes orquestas se presentaban para el deleite de turistas y nativos, al finalizar la fiesta nos íbamos a casa de la familia Maduro Ghersi y allí continuábamos celebrando”.
“San Esteban Pueblo era otro de los lugares escogidos, nos íbamos caminando en medio de su frondosa vegetación y en el camino comprábamos en el abasto los ingredientes para el sancocho y agarrábamos la gallina inclusive nos prestaban la olla, llegábamos al pozo ‘El Encajonado’, entre el verdor y las casas coloniales el paseo se hacía pintoresco”.
“En 1968 se realizó la primera feria de la ciudad, las familias salían a bailar calipso, en cada calle habían templetes, creo que fueron las mejores ferias porteñas”.
* MILITANCIA POLÍTICA
“Incursioné en la política cuando estaba en San Felipe pero al residir definitivo en el puerto formé parte del PRIN, MAS, 5ta. REPÚBLICA Y EL PSUV”.
* FAMILIA vs. AMISTADES
“Conocí a Rosa Pérez Cabal cuando asistía a misa en la Iglesia La Coromoto, le dije a Rosario Ceballos, quien era su vecina y amiga que me la presentara, nos hicimos novios y nos casamos, de nuestra unión nacieron Vanessa y Patricia. El 02 de diciembre cumplimos 50 años de casados (Bodas de Oro). Estoy en un momento de mi vida en el que me dedico a disfrutar de mis nietos a plenitud, valoro la lectura, la poesía y la historia, he invertido el tiempo para leer los libros de Asdrúbal González, quien fue un gran compañero y mejor pluma”.
“Fui gran amigo del Dr. Páez Maya, Dr. López Gómez, Dr. Díaz Noriega y Dr. Luis A. Vargas. Debo mencionar mi sincera amistad con otros porteños muy queridos: Carlos ‘Nano’ Martel, Francisco ‘Kiko’ García, Alberto Henriquez, Orlando Sabatino, Orlando Rivas, la flia. Noguera y la flia. Carreño”.
* 200 AÑOS BICENTENARIO
Cuauhtémoc narra: “Las fuerzas patriotas entraron por los manglares, Puerto Cabello era una ciudad fortificada, buscaron un negro esclavo llamado Julián, que sirvió de guía, Páez y su ejército hicieron el recorrido hasta llegar de manera sorpresiva donde estaban los españoles, quienes se refugiaron en el Castillo San Felipe donde se rindieron, así cayeron las fortalezas. Un sacerdote le dijo a Páez que el jefe español deseaba rendirse a él, así Páez fue y Calzada le entregó su espada cerca a la Iglesia El Rosario, luego vino la negociación. No hubo represalias, todo lo contrario, Páez fue recibido con honores militares por su gallardía. La capitulación se firmó el 10 de noviembre y la guarnición realista acantonada en el Castillo fue enviada a Cuba”.

“No se le debe restar valor a la Batalla de Carabobo tampoco a la Batalla del Lago, lo realmente determinante fue la Toma de Puerto Cabello, una fecha gloriosa que debe ser decretada fiesta patria porque sin la Toma la historia hubiese sido otra”.
Exhortamos que el recuerdo de estos 200 años con motivo de la Toma no sea sólo un arreglo ornamental, recuperación de la Catedral de San José o la nueva Plaza Bolívar sino que la ciudad se vea impregnada de centros culturales, bibliotecas, multiplicación de escuelas, dotación de insumos en los ya existentes centros de salud y mejoramiento en los servicios públicos.
Puerto Cabello no es sólo salitre y arena, playas y aduanas, es una ciudad que ha crecido tras la nostalgia de sus moradores y del recuerdo de hijos ilustres como: Ramón Díaz Sánchez, Augusto Brandt, Ida Gramcko, Asdrúbal González o Gregorio Mijares “Niño Bonito”, entre otros.
El puerto es una ciudad privilegiada en el vasto universo venezolano cuyo destino quedará siempre inscrito en las aguas y costas de la historia y en la pluma de quien tiene retentiva.
Se siguen sumando años…
Marbella Díaz Wever
Licda. Educación/Orientadora
Locutora UCV – Articulista Opinión