domingo, abril 27, 2025
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Contaminación atmosférica: Una problemática que puede afectar el cerebro humano

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La contaminación atmosférica con el paso de los años, se acelera cada vez más. Las industrias tienen un gran peso en la razón por la que hay un peor pronóstico.

Es por ello que estar expuesto a estos contaminantes en el vientre materno o en los primeros ocho años de vida puede ser nocivos para la conectividad estructural del cerebro en preadolescencia. Así lo indica un estudio publicado en la revista Environmental Pollution.

De acuerdo con El Espectador, en particular los mayores cambios se dan cuanto mayor es la contaminación recibida en los cinco primeros años. El trabajo lo lidera el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), España.

La conectividad estructural es la existencia de fascículos o tractos de sustancia blanca que conectan diferentes regiones del cerebro. Se mide estudiando la microestructura de la sustancia blanca y constituye un marcador del desarrollo típico del cerebro. Una microestructura de la sustancia blanca anormal se ha relacionado con trastornos psiquiátricos (por ejemplo, síntomas depresivos, ansiedad o trastornos del espectro autista).

Exposición a partículas más pequeñas

Además de la asociación entre contaminación del aire y conectividad estructural del cerebro, el estudio también ha encontrado un vínculo entre la exposición específica a las partículas PM2,5 y el volumen de una estructura del cerebro conocida como putamen, implicada en la función motora y los procesos de aprendizaje, entre otras muchas funciones.

Al tratarse de una estructura subcortical, su implicación es bastante amplia y menos especializada que las regiones corticales. El estudio ha observado que cuanto mayor es la exposición a las PM2,5, sobre todo en los primeros dos años de vida, mayor es el volumen del putamen.

“Un putamen mayor se ha asociado con algunos trastornos psiquiátricos (esquizofrenia, trastornos del espectro autista y trastornos del espectro obsesivo-compulsivo)”, explica Anne-Claire Binter, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.

“El estudio resulta novedoso porque identifica los periodos de susceptibilidad a la contaminación atmosférica”, prosigue Binter. “Hemos usado una escala temporal más fina para considerar la exposición, analizando los datos mes a mes, cuando los estudios anteriores investigaban trimestres de embarazo o años de infancia. De este modo, hemos estudiado la contaminación atmosférica desde la concepción hasta los 8,5 años con una periodicidad mensual.”

Lea la nota completa en el portal web El Espectador 

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