El cerebro es una estructura sofisticada, contiene alrededor de cien mil millones de neuronas con cerca de cuatro mil billones de conexiones entre ellas. Eso equivale a aproximadamente diez mil veces más conexiones que la cantidad de estrellas que hay en la galaxia. Muchos de sus procesos aún siguen siendo desconocidos, pero, poco a poco, las personas han empezado a desentrañar algunos de sus misterios.
Gestionar y moderar esta máquina maravillosa es una tarea monumental, y los sistemas y las estructuras que forman el cerebro necesitan muchas materias primas para funcionar. Entre las más importantes se encuentran ocho compuestos orgánicos hidrosolubles: las vitaminas del grupo B. En este grupo se incluyen las vitaminas B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B3 (niacina), B5 (ácido pantoténico), B6 (piridoxina), B7 (biotina), B9 (ácido fólico) y B12 (cobalamina), juntas desempeñan varias funciones vitales que mantienen al cerebro en funcionamiento.
Nutrir la mente
Cuanto más las personas descubren sobre el cerebro, más increíble resulta este órgano. Investigaciones recientes han demostrado que “la capacidad de memoria del cerebro es diez veces mayor de lo que se pensaba. La estimación prudente de los investigadores es que puede almacenar aproximadamente un petabyte, lo que equivale a la cantidad necesaria para almacenar la Internet completa”.
Las vitaminas del grupo B desempeñan una función clave en asegurar que el cerebro alcance todo su potencial. Estas dan energía, mantienen a la persona optimista y concentrada a diario, mientras que ayudan a promover la salud del cerebro a largo plazo a medida que envejece.
Proporcionar energía
Dada su complejidad, el cerebro requiere mucha energía para funcionar de modo eficaz. A pesar de representar en promedio solo un 2 % del peso corporal, el cerebro utiliza aproximadamente el 20 % de las calorías que consume el cuerpo.
Según informó conosur.bayer.com, “varias vitaminas del grupo B, incluidas la tiamina, la riboflavina y el ácido pantoténico, desempeñan un papel esencial en los procesos metabólicos celulares que convierten los alimentos en energía, mientras que la vitamina B12 (cobalamina) ayuda a promover el desarrollo de glóbulos rojos que transportan oxígeno al cerebro”.
El cerebro es una estructura muy compleja que necesita mantenimiento constante para no deteriorarse. Puede tomarse como ejemplo a los axones. “Los axones son como el silicio de los microchips: son el cableado que permite que las señales viajen por el cerebro, de neurona en neurona”, destacó el blog es.novoma.com.
Sin embargo, “los axones son delicados, por lo tanto, requieren un revestimiento protector, como el plástico que recubre los cables eléctricos”, señala el portal. Este revestimiento está hecho de una sustancia llamada mielina, producida con la ayuda de la vitamina B12. Si la mielina se daña, los axones funcionan de modo menos eficiente y pueden causar síntomas como mareos, entumecimiento y pérdida de visión.
Purificar la sangre
El aminoácido homocisteína se encuentra naturalmente en la sangre y desempeña una función importante en el metabolismo. Sin embargo, una concentración elevada de este aminoácido en la sangre resulta tóxica y daña los delicados vasos sanguíneos del cerebro. Algunos estudios indican que “niveles altos de homocisteína se asocian a daño cerebral y deterioro cognitivo y de la memoria”.
Las vitaminas B12, B6 y B9 ayudan a metabolizar la homocisteína, reduciendo la concentración de este aminoácido en el torrente sanguíneo, lo que posiblemente ayude a prevenir daños a largo plazo en el tejido cerebral.
Afecta el humor
La actividad cerebral depende del correcto funcionamiento de los neurotransmisores, sustancias químicas que transmiten señales entre las neuronas cerebrales. Los neurotransmisores se producen dentro de las neuronas a través de la interacción de diferentes sustancias químicas, incluidas varias vitaminas del grupo B. Por ejemplo, la vitamina B6 (piridoxina) ayuda a la formación de neurotransmisores como la dopamina, asociada a las sensaciones de gratificación, felicidad y placer.
Una deficiencia de determinados neurotransmisores, por otro lado, puede afectar de modo negativo nuestra capacidad cognitiva. Por ejemplo, quienes tienen bajos niveles de dopamina pueden sentir fatiga y depresión, mientras que quienes tienen bajos niveles de serotonina (a los que contribuyen las vitaminas B6, B9 y B12) pueden padecer niveles alterados de ansiedad y dolor corporal.
¿Cómo cuidar el cerebro?
Estas son algunas de las estrategias para proteger la salud del cerebro y prevenir la pérdida de memoria y enfermedades como el alzhéimer.
- Socializar: estar en contacto con otras personas hace que el cerebro se mantenga activo. La actividad social se relaciona directamente con el mantenimiento de la función mental gracias a que aumenta la autoestima y la autosuficiencia.
- No fumar: evitar el consumo de tabaco es clave no solo para la salud del cerebro sino del organismo, en general. La evidencia científica ha mostrado que las personas fumadoras tienen un mayor riesgo de sufrir demencia o algún tipo de enfermedad mental como el alzhéimer.
- Hacer ejercicio: la práctica de ejercicio aeróbico regular, ejercicios de fortalecimiento de piernas y mantenerse activo durante todo el día es una buena estrategia para la salud mental.
- Hacer cosas agradables: es recomendable que los objetivos que la persona se trace no sean una tarea, sino una actividad que disfrute, dice Ayelet Fishbach, profesora de Ciencias del Comportamiento y Mercadotecnia en la Facultad de Administración de Empresas Booth de University of Chicago, citada en una publicación de la AARP, organización estadounidense que atiende las necesidades e intereses de las personas mayores de 50 años.
- Sueño reparador: dormir bien y tener un sueño reparador, así como optimizar la actividad mental es importante en aras de mantener unas buenas condiciones cerebrales y evitar la llegada de la enfermedad de Alzheimer.
- Tiempo libre: es importante ocupar bien el tiempo libre. No todos tienen espacio de sobra, pero muchas personas pasan horas y horas frente a una pantalla. El propósito debe ser cambiar ese comportamiento sedentario por otro más saludable, sugiere el Consejo Mundial para la Salud Cerebral.