Luis José Gómez Mota
Los años 90 llegaron a Venezuela con un morral lleno de rocas que la sociedad simplemente ya no podía sostener, uno que poco a poco fueron arrastrando hasta convertirse en eso que sólo un vil oportunista podía aprovechar para aventurarse a tomar las riendas del país; y hacerlo desde el resentimiento, el odio, la monotonía y sobre todo la sensación de que un cambio radical habría de ser la solución de todos los males existentes.
Bajo la expresión “no vale, no creo” los venezolanos se sesgaron a proyectar una Venezuela donde posiblemente el líder populista fuese el instaurador de una dictadura que se mantendría por décadas. Claro, todos siempre escuchaban de sus discursos aquello que querían escuchar no lo que necesitaban para poder salir de la crisis que desestabilizaba al momento nuestro país. La necesidad de experimentar un cambio sin medir las consecuencias fue el detonante que llevó a este populista al poder, y así fue como el nombre de Hugo Chávez llegó para quedarse en la historia de la nación.
Tomar el poder no fue suficiente, había que ejercerlo a plenitud, por lo que ya habiendo señalado a la constitución como “moribunda”, era imperante para el vil populista crear una nueva, que le permitiese cumplir la hazaña de un gobierno autoritario que luego sería totalitario. Es así como a través de una Asamblea Nacional Constituyente nos hacen creer a la sociedad que se ha fundado “la mejor constitución del mundo”, “la más garante de derechos en todas sus generaciones”; pero engañados de que también ha sido la de mayores lagunas legales que posteriormente solo ellos tendrían la autoridad de interpretar.
Pasaron muchas situaciones determinantes desde entonces, control de medios de comunicación, cierre de estos, persecución a periodistas y activistas, detenciones arbitrarias, fraudes electorales, agudización de la crisis económica detonante de niveles históricos de hiperinflación, pobreza extrema, corrupción desenfrenada, expropiaciones, atentados al ambiente, violencia, represión, fuerzas criminales y terroristas fortalecidas, crisis humanitaria sin precedentes y entre otras tantas más que resultaron en un éxodo que hoy supera los 6 millones de venezolanos.
Queríamos libertad creyendo no tenerla, y dejándonos llevar por el sentimentalismo, alejando la razón, no nos dimos cuenta que en ese país que dejamos atrás teníamos la oportunidad de elegir y de ser, y fue cuando aprendimos el verdadero significado de LIBERTAD.
Luis José Gómez Mota
Abogado venezolano, Fundador y Presidente de la Fundación Yo estoy aquí, Acreditado miembro UNESCO-Venezuela por la Federación Venezolana de Asociaciones, Centros y Clubes Unesco