Douglas Torrens
Iván Olivares , Sam Sheppard y Al Smiht eran los mejores tiradores de larga distancia en la historia del Basketball carabobeño, figuras del Expreso Azul, nuestro querido Trotamundos de Carabobo, insignia que tenía como casa el famoso “Teodoro Gubaira” de Valencia.
El gimnasio cubierto “Teodoro Gubaira”, ubicado en el popular sector de La Rosarito, se llenaba en su totalidad cada vez que el Expreso Azul salía a la cancha, con notables figuras como Iván Olivares, el Flaco de Oro, quien tenía una capacidad increíble para encestar desde la línea de los tres puntos.
Un juego en la voz del gran Nelson Jiménez, despertaba la euforia del público cuando decía “…Iván Olivares desde la cuevita !!!! Si si si de tres !!!!!!” … El público enardecía y se levantaba de sus asientos para alabar el gran basketero criollo Iván Olivares!
Hago referencia a estos recuerdos porque Drácula sin duda ha despertado a la afición carabobeña y venezolana, después de demostrar en un videos publicado en sus redes sociales, la capacidad de juego y el gran “chopo” como decimos coloquialmente los jugadores de Basketball, como lo demostró desde la propia cuevita del Teodoro Gubaira.
Es increíble sentir crecer en el pecho el gentilicio carabobeño y el amor por el deporte al ver al Gobernador de tu estado, no sólo recordar estos momentos históricos de nuestro baloncesto y revivirlos en tu imaginación después de esa clase de tiros encestados por Lacava en el famoso tabloncillo valenciano.
¡Si si si de tres de tres de tres!!!
Cuantos jugadores y amantes del basket despertamos hoy recordando tantos momentos vividos en ese gimnasio después de ver al polifacético Gobernador Rafael Lacava encestar desde la cuevita!!!!
Porque como le escribió un seguidor en sus redes al referirse a esta demostración: “…El propio carajito de barrio que juega toda vaina!”
Y es que Drácula ha demostrado ser un verdadero crack deportivo.
Finalizo está sentida reflexión recordando que “Lo que bien se aprende nunca se olvida”.
Así que saquen su short … su franelilla sus zapatos y despertemos ese espíritu de baloncesto que llevamos dentro. ¡A jugar una Caimanera señores!
