lunes, marzo 17, 2025
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El Benjamín de la Academia de la Historia; por Marbella Díaz Wever

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Marbella Díaz Wever

“Un país sin historia, es como un ser sin memoria”. (MDW).

Desde el momento de la creación, obra y verbo de Dios, la carne cobró vida a través del barro y el aliento divino, todo a su imagen y semejanza.

El hombre anduvo por la faz de la tierra en compañía de la mujer; sangre, sudor, trabajo, juerga y lágrimas fueron los primeros registros sembrados en tierra fértil para que la historia comenzara a tejerse, cual hilanderas, entre impresiones basadas en elementos pictográficos e ideográficos, donde el pasado cobra sentido mediante la escritura y la narrativa.

Una pluma y un tintero a ciegas, sin la conducción de un ser pensante y creativo, es letra muerta.

Dicen que la escritura la inventaron en la baja Mesopotamia (hoy Irak), lo que no cabe duda, es que el ser humano como animal social requería comunicarse.

Encontramos en las Sagradas Escrituras, la vida de Benjamín, el hijo menor del patriarca Jacob y su esposa Raquel, siendo su descendencia la más pequeña de la Tribu de Israel.

Más que casualidad es causalidad este pasaje bíblico, pues el nombre de “Ben iamin” significa: “al hijo de la diestra como símbolo de fuerza o virtud”, tal cual ha sido la vida de José A. “Pepe” Sabatino Pizzolante, el benjamín de don José Alfredo Sabatino Fougnier y doña Ana Teresa Pizzolante de Sabatino, quienes desde su estrella de luz y para orgullo de la porteñidad observan el brillo y la trascendencia de su hijo, hombre lleno de virtudes, valores y principios, identidad que hoy asume meritoriamente con la designación como Presidente de la Academia de la Historia, siendo custodio y baluarte de la conciencia histórica del estado.

Era tan sólo un joven estudiante de Derecho cuando visitaba la Academia de la Historia, el gusanillo de la intelectualidad comenzaba a fundirse en sus motivaciones dándole sazón a sus escritos y, gracias a don Miguel Elias Dao, al Dr. Asdrúbal González y a don Luís Cubillán Fonseca, por encaminarle su tránsito inicial en la Academia de la Historia del edo. Carabobo, tras la ausencia física del Dr. Marco Tulio Mérida, quien cedía en el año 2008 el sillón B para que José A. “Pepe” Sabatino se convirtiera en individuo de número.

Conocí a “Pepe” Sabatino, en el año 1985, un ser reflexivo, profundo, taciturno, amante de la música clásica, de la astronomía y el lenguaje de los cuerpos celestes desde el conticinio, de la escritura y la lectura, de las fotografías en sepia, de los papeles amarillentos, de las antigüedades, del derecho marítimo, de la filatelia, de la numismática, de la coralina utilizada en épocas pasadas para la construcción de las casonas de la zona colonial de Puerto Cabello, de la historia y por sobre todo de la investigación exhaustiva para corroborar la veracidad de los sucesos.

Muchas obras publicadas reconstruyendo los hechos, partiendo de escasos datos o inexacta información, al fin, armar un rompecabezas con paciencia y honestidad intelectual, inspirados en la geografía bendita que lo acobijó desde su nacimiento.

En entrevista realizada a José A. “Pepe” Sabatino, para el Diario La Costa de Puerto Cabello, con fecha de Noviembre del 2008, señaló: “La historia es una poderosa herramienta para reflexionar sobre nuestros males y virtudes, aciertos y desaciertos. Ese empeño que tienen algunos de escribir una nueva historia, interpretando los hechos a su conveniencia, es un vano intento, ya que los documentos siempre estarán allí, al igual que que los testimonios para que el investigador o el historiador haga la interpretación correcta de lo ocurrido”.

Coincido plenamente con las palabras de don Luís Cubillán Fonseca al referirse a la Casa de la Estrella, génesis y aposento de la Academia, cuando menciona: “La Casa de la Estrella no es museo, es un templo”, valiosa y valiente afirmación, que me hace recordar a un sabio hindú, que una vez comentó: “A un templo se le entra descalzo pues la energía de su transmutación eleva el espíritu”.

Pisos de gloria que entre muros y hiedra atesoran la historia de la Nueva Valencia del Rey, monumento al saber. Vientos de progreso donde nació Venezuela bajo el timón de una nueva generación con el ímpetu y la audacia que José Alfredo “Pepe” Sabatino y los ilustres que los acompañan, impregnarán la gestión con el sacramento de un amor que no vacila.

“Para pensar no se necesitan más que los recursos alimenticios, con poco podemos hacer mucho”. (JASP).

La historia no es sólo cuestión de tiempo, de épocas pasadas o futuras, la historia es la hechura del hombre que escudriña para hacer crecer a los pueblos.

Auguro tiempos de cambio.

Sepa usted.

 

Marbella Díaz Wever

Licda. Educación/Orientadora

Locutora UCV – Escritora

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