Rubén Limas
Definir el dolor en la mayoría de los casos resulta complejo, varía de individuo a individuo, se ha conceptualizado de muchas maneras y se expresa de formas distintas. La Asociación Internacional para el estudio del dolor, la define como: “una experiencia sensitiva y emocionalmente desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial”. Es el dolor la causa más común de consulta médica en el mundo.
El dolor puede motivar nuevos aprendizajes, como el niño que se cae, se golpea y no quiere volver a caminar más; o aquel niño que se acerca por primera vez a la cocina y se quema, él sabrá, ya que no volverá hacerlo.
El dolor y la enfermedad son tan antiquísimos como la propia humanidad. Siempre juntos a través de toda nuestra historia. Etimológicamente, “pain”, que significa dolor en inglés, deriva de “poena” en latín, que significa “castigo”. Tenerlo es verdaderamente un castigo, sin embargo, también es una alarma humana, que nos esta avisando de un daño real o potencial, que nos hace acudir al médico y diagnosticar a tiempo una enfermedad peligrosa, que nos puede salvar.
¿Pero a quién le gusta tener un dolor? ¡A nadie!, pero será nuestro compañero de viaje en algún momento de nuestras vidas, cuando aparezca nos advierte que algo anda mal, y debemos investigar su origen de inmediato. Buda quien nació probablemente 550 años a.C. (antes de Cristo) señala “El dolor es universal. Nadie puede liberarse de él, desde el nacimiento hasta la muerte”, o sea un pasajero nada agradable, ni simpático.
En la antigüedad, se consideraba al dolor de distintas formas y maneras; como un castigo divino de los Dioses, otros lo consideraban castigo de los demonios o espíritus muertos que entraban al cuerpo.El budismo consideraba al dolor como una frustración de los deseos, y, por lo tanto, lo localizaban en el alma, los chinos como una pérdida del equilibrio entre el “Yin y el Yan”.
Lo cierto es que, en nuestra actualidad, cuando tenemos dolor, decimos: “nos duele hasta el alma”, nos pone de mal humor, ansiosos, depresivos (perdemos el equilibrio, según los chinos) y le pedimos a nuestro Dios, nos ayude quitándonos el dolor, hasta en algunos casos hacemos promesas de dejar esto o aquello, con tal que Dios nos quite el dolor.
En la Biblia, podemos encontrar hasta 70 versículos que hacen referencia al dolor y al sufrimiento, lo que traduce que, en presencia del dolor físico, podemos recibir la gracia de Dios para aliviar esa pena.
Mis lectores se preguntarán ¿Por qué estaré escribiendo sobre el dolor? ¡Bueno! Les diré por qué tengo dolor a causa de una afección de mi columna, la cual me opere, y ese dolor tan maluco, me hizo reflexionar e indagar sobre el “Dolor”, y compartir con ustedes algunos de esos hallazgos, no todos porque no habría espacio en este artículo para ello.
Sin embargo, el dolor, aunque desagradable y molesto que resulte, es una “alarma” que enciende nuestro cuerpo y nos debe motivar a ir al médico para conocer su origen y su cura. Hacerlo a tiempo puede salvarnos de un sufrimiento mayor.
El dolor tiene distintas manifestaciones; puede ser agudo o crónico, leve, moderado o severo según su intensidad, físico o emocional. En todo caso, siempre alguna vez habrá dolor, pero siempre habrá tiempo para todo, como escribió el sabio Salomón: “Tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar y tiempo de bailar;…” Eclesiastés 3:4.
¿Y la cura para el dolor? También es tan antigua como él. La primera referencia que tenemos del uso del “opioides” data de 4000 A.c., cuando los sumerios empleaban “el hugil o planta de la alegría, como llamaban a la adormidera”. El exorcismo también fue un método para curar el dolor, en el periodo Mesopotámico. Muchas planta y hierbas curativas de distintas especies se usaron a través del tiempo para aliviar o curar el dolor y procedimientos cruentos como, por ejemplo: los patagones o guaraníes cortaban la piel del enfermo que tomaban entre sus dedos. En China se usó la Moxibustion y la acupuntura 2600 a.C.; la Moxibustion es terapia de calor quemando una hierba sobre la piel.
Así hasta llegar al siglo XVIII en adelante, cuando debido al avance de la ciencia de aquel entonces se pasó de lo empírico a lo científico, hasta el día de hoy. Aunque producto de la crisis económica que vive el país, y los pobres sueldos y salario, en algunos hogares hemos tenido que volver a las hierbas y a lo empírico para curar el dolor.
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