Ni a la primera, ni a la segunda. La votación para investir a Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno a través de una mayoría simple tampoco ha resultado satisfactoria para el candidato popular, que ve así frustrados sus intentos de llegar a la Moncloa.
La Sexta
Ante el fracaso en la primera votación, Feijóo necesitaba simplemente más ‘síes’ que ‘noes’ para reemplazar a Pedro Sánchez al frente de la Moncloa. Sin embargo, solo ha contado con los votos a favor de Vox, de Unión del Pueblo Navarro y de Coalición Canaria (172), quienes ya apoyaron su investidura en la primera votación. De nuevo, PSOE, Sumar, EH Bildu, PNV y BNG se han posicionado en contra (178). La anécdota del día ha tenido lugar durante el llamamiento a los parlamentarios para esgrimir su voto en voz alta. El diputado Eduard Pujol, de Junts, se ha equivocado al ser nombrado y ha dicho ‘sí’ a la investidura de Feijóo.
«Amnistía, ¿sí o no? Yo digo no. ¿Y usted? Referéndum, ¿sí o no? Yo digo no. ¿Y usted, señor Sánchez», ha preguntado insistentemente Feijóo al presidente en funciones, ahondando en su crítica: «Suba hoy aquí y hable claro, sin rodeos; sin comunicados a las ocho de la tarde, sin eufemismos. Tenga el valor de decir lo que España va a tener que soportar si usted es presidente. Tenga la valentía que no tuvo el martes y tome la palabra para que se sepa qué piensa de las exigencias de los independentistas». Feijóo ha concluido su breve intervención pidiendo «a todos los del PSOE que no sean tránsfugas de sus votantes, ni de sus principios ni de la transición».
Pero no ha sido Feijóo, sino el diputado Óscar Puente de nuevo, quien ha interpelado a Feijóo: «Entró usted en esta Cámara siendo candidato y va a salir como líder de la oposición. No han tenido problema de usar a la corona para convocarnos. Han usado al parlamento para reforzarse ante los suyos. Son profundamente desleales a la Constitución y exigen cortesía parlamentaria». Puente ha recordado a Feijóo que «este PSOE no es el mismo que hace 30 años. Nadie sabe lo que durará su liderazgo. Lo que es seguro que el PSOE seguirá haciendo política. Seguiremos trabajando para recuperar la política. Trataremos de que se hable de concordia y progreso. Esa es nuestra agenda».
Concluye así la breve carrera de Feijóo por llegar a la Presidencia del Gobierno. Quizá a sabiendas de que no lograría sumar los apoyos necesarios en ninguna de las votaciones, el candidato del PP ya planteó su discurso de investidura del miércoles a modo de moción de censura contra Sánchez, a quien criticó sus contactos con Junts, ERC y Bildu para obtener sus apoyos con condiciones. Al respecto de esta cuestión, Feijóo llegó a asegurar que presidente en funciones no había pedido «consentimiento» a los españoles para negociar el perdón al independentismo catalán a través de una amnistía: «Los españoles no votaron que fueran decisivos al otorgarle tan solo el 5,5% de la totalidad de los votos».
La realidad es que Sánchez tampoco lo tiene fácil, atendiendo a los últimos movimientos de los partidos independentistas. En la tarde de este jueves, Junts y ERC llegaron a un acuerdo sobre la autodeterminación que pone contra las cuerdas las negociaciones con el Ejecutivo de la coalición. En dicho pacto se advertía a Sánchez de que no sería presidente si «no se compromete a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración del referéndum». Ello sin olvidar el otro gran reclamo del bloque catalán: una ley de amnistía para todos aquellos encausados por defender «el ejercicio del derecho a la autodeterminación» en Cataluña.
A esta postura no tardaron en contestar desde el Gobierno. «Se van a meter en un callejón sin salida. Si van en serio, no habrá acuerdo», han indicado fuentes del Ejecutivo a laSexta, insistiendo en el «diálogo dentro de la Constitución». Igual de tajante ha sido a primera hora de la mañana de este viernes Salvador Illa. El primer secretari de los socialistas catalanes ha advertido de que no recorrerán «el camino de ahondar en la ruptura y la división». Nace así un escenario con el que acecha nuevamente el fantasma de una repetición electoral.