lunes, abril 28, 2025
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Inocentes en el paraíso; por Marbella Díaz Wever

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Marbella Díaz Wever

El gran Maestro Jesús de Nazareth, expresó: “Dejad que los niños vengan a mí porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo, 19: 14).

Pareciera que este versículo bíblico no ha sido leído, mucho menos interpretado por algunos adolescentes y adultos pervertidos, pues cada día los niños son más vulnerables al maltrato, al abuso, a la violencia y a la muerte.

El parentesco familiar se ha tornado gris y aterrador para estas criaturas sin malicia, sin amarguras y sin rencor.

Los niños están siendo exterminados por el propio entorno quienes cortan sus alas antes de comenzar a volar, robándoles a éstos pequeños ángeles sus anhelos, sus sueños, su entusiasmo infantil y sus risas tornasol.

Los niños se han convertido en “carne de cañón” para desalmados enfermos sexuales, promiscuos, vagabundos sin concepto de familia y sin respeto a la propia dignidad humana.

Del vientre a la cuna y de la cuna al asfalto, sin siquiera descifrar sus ilusiones, su candidez y su mayor riqueza humana: su comunión y comunicación con Dios, pues son el milagro de la vida.

Han proliferado los padrastros violadores de hijastros, madrastras que ofrecen a sus hijastros en bandeja, abuelos desequilibrados y atrevidos que han perjudicado a sus nietos, adolescentes asesinos de su propia sangre, madres y padres vendedores de su propia genética, en fin, un círculo vicioso atroz y macabro.

Sociedad sangrienta, endiablada y cruel, educación permisiva, elástica y sin límites…

El lazo consanguíneo se ha vuelto un vulgar desnudo lleno de placer sadomasoquista, donde los niños con sus miradas lánguidas poco dicen pero sus gritos silenciosos aterran.

La seducción y el abuso sexual hacia los infantes se ha convertido en un fenómeno “soez”, generando complicidad en algunas ocasiones con los propios progenitores encubriendo sus fechorías.

¡Vaya usted saber a cambio de qué!

Eso no es educación familiar eso es libertinaje salvaje. ¿Dónde está la civilización?, ¿Acaso vivimos en las cavernas todavía?. ¿Quién educa a quién?, ¿Este es el nuevo hombre?.

Los niños son la inocencia y la ternura envueltos en plumas, seres pequeños que hablan con la perspicaz mirada, con el derroche de energía como cometas en acción, los niños son el reflejo de las luciérnagas, los reyes o reinas de las travesuras y de los recreos, donde la bulla y el sudor se apoderan de las apuestas, brincos y carreras, los niños son la fragilidad hecha fragancia, los únicos amigos de los superhéroes y los capaces de usar un anillo supersónico.

Los niños vienen en tamaños y colores distintos, cabellos lacios o enrulados, flacos o gordos, en fin, los niños son el elixir de la vida, un perfume añejado con gotas de rocío celestial, ellos son la Navidad mágica, el papagayos de colores, el estruendo de un “triquitraque” y las olas donde surfean su ansiada imaginación.

Los niños son estrellas, cuento, poesía y canción de cuna.

Los niños son tiza y pizarrón, pastel y galletas, globos, piñatas y cohetes, piedra, papel o tijera, los niños son el abecedario, las matemáticas de los deditos, los disfraces, la eterna carta al Niño Jesús y los dientes de leche.

¿Podrán estos seres indefensos desconfiar de su entorno? Ellos son como la espuma sobre las olas, a su edad difícilmente pueden identificar la malicia o las tramas oscuras de aquellos sujetos llamados “seres”, cuando el calificativo más cercano es el de “psicópatas”.

El paraíso ve llegar a sus ángeles con lágrimas. Arcángeles los reciben con premura para cicatrizar sus heridas terrenales y secar sus lágrimas.

En los libros encontramos una histórica y trillada definición: “La familia es la célula fundamental de la sociedad”, palabras breves, pues la verdadera célula fundamental de la sociedad es la pareja, pues son los que deciden traer hijos al mundo y los encargados de su educación.

Ellos son la ecuación de la fórmula parental.

Los niños no piden venir al mundo.

¿Para qué tenerlos y hacerles sufrir?, ¿Por qué tanto maltrato, indiferencia, descuido y desamor?.

Los padres son los espejos de estos chiquillos, son el modelo por imitación, imposición o rebeldía. Así se estructura parte de la personalidad de un pequeño.

Un niño no querido y lastimado, al crecer tiene dos caminos; uno, poner en práctica sus talentos y temperamentos para fortalecer su carácter paso a paso; y, dos, escoger la réplica de los “pseudo-padres” y convertirse en un inadaptado social.

Hoy en día, la pedofilia, se ha tornado tan común como las cotufas, la mayoría de los abusos sexuales infantiles son cometidos por personas del mismo entorno, quienes establecen una relación de confianza para después atacarlos como presa fácil, pero que en el fondo son el resultado de su propio abuso.

El delincuente sexual de estas pequeñas criaturas presentan rasgos de personalidad antisociales y muchas veces están ligados al consumo de drogas ilícitas o comportamentales.

Bendita sea por siempre la campaña #NoSeTocan como toma de conciencia que debe ser adoptada en los hogares, la escuela y los medios de comunicación masivos, ya que el problema nos concierne a todos.

Ojalá, los inocentes puedan crecer sanos y conquistar sus sueños antes de llegar al paraíso con las alas rotas y caídas.

Te lo pedimos Señor.

Nota: Fiscalía registra 1.024 casos de pedofilia en Venezuela este 2022.
Publicado en Noticias WTC Radio. (02/11/2022).-

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