viernes, marzo 14, 2025
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Investigadores concluyen que mantener un entorno social favorece un envejecimiento cerebral saludable

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Un estudio publicado en «Nature Neuroscience»  concluyó que, para envejecer sano y que se produzca un menor daño en nuestra la salud física y mental, hay que mantener un entorno social ya que puede ser uno de los factores que pueden evitar algunos de los principales signos de envejecimiento.

Con información de ABC 

Los científicos llevan mucho tiempo interesados en explorar estas causas fundamentales y en estudiar cómo el entorno puede ofrecer una vía para ralentizar el ritmo de envejecimiento de nuestro cerebro.

«Todavía no sabemos muy bien cómo nuestro entorno social puede alterar nuestro organismo, pero muchos trabajos recientes han apuntado a cambios en el nivel de regulación de los genes, es decir, cómo se activan y desactivan nuestros genes», afirma Noah Snyder-Mackler, de la Universidad Estatal de Arizona. Ahora, gracias a las nuevas tecnologías disponibles, los científicos pueden empezar a desentrañar la misteriosa conexión entre la dinámica del entorno social y los cambios moleculares en el cerebro.

Sin embargo, debido a la dificultad de realizar estudios en humanos y a que los procesos de envejecimiento se prolongan durante décadas, científicos como Snyder-Mackler han recurrido a nuestros primos genéticos más cercanos, los primates no humanos, para comprender mejor cómo nuestro entorno social puede alterar nuestra fisiología, desde el nivel orgánico hasta nuestros genes.

Ahora, el equipo de Snyder-Mackler demuestra que, en una población de monos macacos, las hembras con un mayor estatus social tenían perfiles moleculares más jóvenes y resistentes, lo que proporciona un vínculo clave entre el entorno social y los cerebros sanos.

Este trabajo se realizó en macacos rhesus, que «son la especie modelo de primate no humano mejor estudiada en medicina. Estos animales también muestran algunos de los mismos cambios relacionados con la edad que observamos en los seres humanos, como la disminución de la densidad ósea y la masa muscular, los cambios en el sistema inmunitario y un deterioro general de la función conductual, sensorial y cognitiva», señala Snyder-Mackler.

«Este trabajo se basa en los más de 15 años de trabajo de nuestro equipo investigando las interacciones entre el comportamiento social, la genética y el cerebro de los macacos de Cayo», asegura Michael Platt, de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania. «Los descubrimientos realizados por nuestro equipo demuestran el valor de todo el trabajo y los recursos invertidos en este estudio a largo plazo».

«La investigación demuestra el valor de crear redes de colaboración a largo plazo entre instituciones», añade James Higham, profesor de antropología de la Universidad de Nueva York. «La financiación a largo plazo de este tipo de redes es la clave para posibilitar importantes hallazgos multidisciplinares en poblaciones animales naturalistas».

Lea la nota completa en el portal web ABC

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