¿Y si la clave para ser feliz, o una de ellas al menos, fuera la misma para tener una relación sana y duradera? No siempre coinciden, al fin y al cabo se recomienda por ejemplo salir a tomar el sol todos los días para mejorar el ánimo pero los expertos en relaciones no han puesto entre sus consejos “quedarte al aire libre con tu pareja 15 minutos”.
Revista GQ
Pero sí que hay algo que se puede practicar, que te hará mejor persona y que sin duda te ayudará en tu día a día y en tus relaciones: la compasión. Y es que según explica el psicoterapeuta Barton Goldsmith, la compasión es la “base del romance”, pero no solo eso.
Un estudio encontró que, además, las personas compasivas eran más felices que el resto. Por lo que tengas o no pareja, sin duda te interesará trabajar en este sentimiento y utilizarlo para sacar lo mejor de ti. Tu vida será mejor, pero también la de aquellos que te rodean.
¿Y por qué? Puede que te preguntes, porque como explica el experto, la compasión es una mezcla de “empatía, preocupación, amabilidad y consideración”, lo que significa que cuando otra persona no esté en su mejor momento, podrás actuar acorde a lo sucedido y estar ahí para ellos de la forma en la que lo necesiten. Para ello será necesario hablar y preguntar qué gestos les proporcionan más apoyo y bienestar.
Esto ayudará también en los momentos de pareja no tan buenos. Que haya compasión entre ambos añadirá seguridad y permitirá que las dos personas puedan comunicarse y expresarse como es debido para solucionar el problema al que se estén enfrentando. Evitará también que la relación se enfríe con el tiempo y que incluso pueda surgir resentimiento en el futuro.
Ahora bien, aunque mostrarse compasivo con los demás es esencial, no podemos olvidar hacer lo mismo con nosotros mismos. A veces puede resultar más sencillo hacer lo primero que lo segundo, pero la clave para ser feliz y también reforzar la autoestima es ser autocompasivo. Solemos ser los más duros con nosotros mismos, y es imposible ser feliz ni hacer feliz a los demás si no somos capaces de cuidarnos como nos merecemos.
No es el hábito más fácil, pero sí el que puede mejorar nuestros días. Hay caminos para conseguirlo, solo es cuestión de dar el primer paso.
