Todo comienza en la pubertad, alrededor de los 12 o 14 años cuando las diferencias en el rendimiento físico entre las mujeres y los hombres se va tornando cada vez más evidente, la razón de esto son las hormonas, ellas son las responsables de que la composición corporal, que a su vez es un factor que influye en el rendimiento, marque una clara distinción entre los dos géneros.
Con información de Infosalus
Según explica el experto en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Josep Comellas en ‘Hábitos inteligentes para tu salud’ (Amat Editorial), la secreción de la hormona testosterona en los testículos de los hombres y de los estrógenos en la mujer son responsables de estas diferencias.
«La testosterona es una hormona anabolizante que produce un aumento en la densidad ósea y en la masa muscular. El resultado es que, a partir de la pubertad, el hombre empieza a tener huesos más grandes, una mayor cantidad de masa muscular, y un porcentaje de grasa inferior», remarca.
Mientras, afirma que los estrógenos en la mujer son la hormona que favorece el crecimiento de la pelvis, los pechos, y del almacenamiento de grasa en caderas y muslos. «El objetivo de estos depósitos está relacionado con la reproducción», añade.
A su vez, destaca que los estrógenos también favorecen el crecimiento de los huesos pero, precisa que a diferencia de la testosterona, este crecimiento se da en un periodo muy corto: «Entre 2 y 4 años después de la aparición de la pubertad. Los hombres, en cambio, tienen un crecimiento más lento y más largo que permite adquirir mayor tamaño».
Un 10% menos de grasa corporal
Es más, subraya que las diferencias en la composición corporal de hombres y de mujeres determinan el rendimiento físico, de forma que el hombre maduro es hasta 13 centímetros más alto que una mujer madura, de 14 a 18 kilos más pesado, tiene entre un 6 y un 10% menos de grasa corporal, y de 3 a 6 kilos más de masa muscular.
«La masa muscular es determinante en el rendimiento físico por ser la responsable del movimiento; en cambio, la grasa no actúa activamente cuando nos movemos, al contrario, es algo que transportamos y que, por lo tanto, disminuye nuestro rendimiento», añade Comellas.