Un caso en París, Francia sobre el contagio a un perro de viruela del mono, hizo encender las alertas de los expertos. Se trata de un galgo italiano que empezó a presentar síntomas 12 días después de sus dueños, quienes fueron los primeros en contraer la enfermedad.
Con información de El Espectador
La mascota, que no tenía antecedentes médicos, presentó lesiones en su piel y membranas mucosas, así como pústulas en el abdomen y una fina ulceración anal, dice el estudio. El perro dio positivo para la viruela por medio del uso de un protocolo PCR.
Al escuchar de este caso, la ecóloga viral Stephanie Seifert se puso un poco ansiosa, como dijo al portal especializado en ciencia Nature. El suceso en particular no es muy preocupante, pero Seifert, quien estudia cómo los virus saltan entre especies, dice que podría tener una importancia mayor en el futuro.
El problema no es necesariamente los casos particulares en que las mascotas se contagien, sino un escenario donde la viruela del mono se establezca en animales salvajes por fuera de las ubicaciones usuales en el oeste y centro de África.
En ese caso, los animales se podrían volver reservorios de retransmisión del virus a las personas. Los reservorios de transmisión se refiere un animal o animales que continuamente contraen y transmiten el virus sin enfermarse. El control de la propagación en estas poblaciones de animales sería extremadamente difícil, indicó a Nature el virólogo Malachy Okeke. Esto haría que el virus fuera casi imposible de eliminar.
Hasta el momento, la viruela del mono se ha identificado en animales como primates y perritos de la pradera domésticos por fuera de las zonas endémicas del virus. Un problema es que, hasta ahora, los científicos no saben con exactitud qué animales son reservorios de la viruela.
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