La difusión de este tipo de pruebas se ha convertido en un riesgo difícil de controlar. Sin embargo, no todo vale. Pese a tratarse de un tema controvertido, sus promotores pueden enfrentarse a responsabilidades civiles y penales por los daños causados.
Es posible que haya oído hablar de las tendencias de las redes sociales como el desafío de las cápsulas de detergente Tide, el juego de la asfixia o el desafío del «apagón», el desafío de la canela, o el desafío de la sal y el hielo. Luego está el desafío Benadryl y otro que consiste en cocinar pollo con el antigripal NyQuil (llamado el desafío Sleepy Chicken), que llevó a la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA) a advertir sobre los peligros del uso indebido de medicamentos.
¿Por qué son susceptibles los adolescentes?
Los cerebros de los adolescentes todavía se están desarrollando. La parte del cerebro encargada del pensamiento racional, la corteza prefrontal, no se desarrolla totalmente hasta más o menos los 25 años. Por esta razón los adolescentes son naturalmente más impulsivos y tienden a actuar antes de pensar totalmente en las consecuencias.
La participación de menores en desafíos agrava el asunto. Cuando quien acepta el reto es mayor de edad, explica Lightowler-Stahlberg, “la responsabilidad penal del hipotético provocador o inductor queda excluida, generalmente, por la autopuesta en peligro en la que se coloca la propia víctima”. Es decir, se presume que ha decidido libremente someterse al riesgo que entraña la prueba y asume las consecuencias. Sin embargo, la aceptación no se considera válida cuando quien se lesiona no ha cumplido aún los 18 años.
¿Podría reclamarse una indemnización por los daños sufridos al imitar estos vídeos? Para Eugenio Llamas, catedrático de Derecho Civil y socio director de Llamas Abogados, siempre que el contenido sea lícito, esto solo es factible cuando el perjudicado no se haya puesto en peligro consciente y voluntariamente. En estos casos, opina el letrado, “debe admitirse que los daños son deliberadamente queridos por su autor y, por tanto, no son susceptibles de compensación”. Además, agrega, la intervención negligente de los afectados pesa en la decisión sobre la reparación del perjuicio, tanto para excluirla como para minorarla.
El papel de las redes sociales
Las redes sociales premian el comportamiento escandaloso, y entre más escandaloso, más se puede alardear. El ámbito de las redes sociales es trepidante e irreflexivo, y el miedo a perder es real para los adolescentes. Este ámbito posibilita la incapacidad del cerebro subdesarrollado de los adolescentes de pensar en las consecuencias de sus acciones.
Los adolescentes no necesariamente toman tiempo para considerar si el detergente para lavar ropa es un veneno que podría quemarles la garganta o las vías respiratorias. O si el uso inapropiado de medicamentos como la difenhidramina (Benadryl) pueden ocasionar graves problemas al corazón, convulsiones o coma. En lo que se enfocan ellos es en que un chico popular en su clase lo hizo y consiguió cientos «me gusta» y comentarios en su plataforma.
Con información de El País y HealthyChildren.org