Mantener una salud adecuada en boca y dientes es fundamental, pues condiciona la alimentación y la nutrición del cuerpo. Las molestias que se sienten al comer algo frío o caliente o el dolor que se experimenta al masticar ciertos alimentos sólidos son señales de una mala salud bucodental. “La alimentación juega un papel importante, pues una mala alimentación puede favorecer el riesgo de sufrir caries, entre otras enfermedades periodontales”, afirma Isabel Campos Del Portillo, dietista-nutricionista del Centro Médico Quirónsalud Toledo.
Con información de La Razón
Las caries dentales son uno de los problemas de salud más comunes en el mundo y que aparecen con mayor frecuencia en niños, adolescentes y adultos mayores. Se trata de zonas dañadas de forma permanente en la superficie de los dientes que, si no se tratan a tiempo, se pueden convertir en pequeños orificios en el diente.
Se producen por una combinación de factores como el consumo de bebidas azucaradas, una limpieza dental deficiente o las bacterias en la boca, especialmente los streptococcus mutans, que se transmiten de persona a persona a través de la saliva y se encuentran en la placa y en el entorno de la boca. Además, hay alimentos que favorecen la aparición de caries, especialmente los dulces. “El azúcar es un hidrato de carbono fermentable, lo que quiere decir que se utiliza fácil y rápidamente por las bacterias de la boca. Al descomponerse el azúcar se produce ácido, lo que hace que el pH de la placa baje y el esmalte de los dientes se disuelva, formándose el entorno ideal para que aparezcan caries”, explica la dietista-nutricionista.
También hay personas con mayor predisposición a tener caries, ya sea por la colocación de los dientes o por la cantidad y la calidad de la saliva. La saliva se encarga de arrastrar los restos de la comida, por lo que si se produce poca cantidad de saliva no podrá “limpiar” la boca de restos de alimentos. Este problema puede ser hereditario o por falta de hidratación durante el día. De ahí la importancia de lavarse los dientes después de cada comida y, sobre todo, antes de ir a dormir, pues “el flujo de saliva es menor mientras dormimos. Por eso los niños que se quedan durmiendo con el biberón, el zumo o el chupete impregnado en miel en la boca tienen mayor riesgo de caries”, añade Isabel Campos Del Portillo.
En la aparición de caries no solo interviene la composición de los alimentos; la textura, la consistencia y las veces que comemos también influyen. Por ejemplo, si lo que comemos es muy viscoso o pegajoso, como chuches, mermeladas, frutas desecadas, galletas, pasteles, bollería en general e incluso pan, y si además tienen azúcares fermentables, mejor evitarlos o consumirlos de vez en cuando, ya que la mezcla de estos azúcares con el almidón de la harina hace que el ácido se quede por más tiempo en la boca. También los refrescos y los zumos azucarados que se beben a menudo, especialmente los niños, producen ácidos en la boca y aumentan el riesgo de caries.
Pero apaguemos la señal de alarma durante un momento, porque también hay alimentos que protegen nuestra boca. “Existen sustancias que protegen de las caries y se pueden comer en cualquier momento, ya que hacen que salivemos más, aumente el pH de la boca, ataquen a las bacterias de la placa o remineralicen los dientes”, puntualiza la dietista-nutricionista del Centro Médico Quirónsalud Toledo. A las bacterias de la boca no les “gustan” las carnes, el pescado y los huevos, por lo que estos alimentos no fomentan la formación de caries. El queso cheddar o el gruyere, por su alto contenido en calcio, fósforo y ácidos grasos que atacan a las bacterias, protegen los dientes. Por supuesto, la leche, que contiene protectores como la caseína y la lactoferrina. El té verde preserva la placa, pues contiene flúor y polifenoles que aumentan la salivación y atacan a las bacterias. Consumir frutas, verduras y alimentos ricos en calcio, vitamina D y fósforo como el pescado azul, la soja o las legumbres ayuda a prevenir la caries. Y también beber agua suficiente durante el día, tomar té negro o consumir pescado, pues tienen un alto contenido en flúor.
Y, de vez en cuando, masticar chicle después de comer también es positivo, porque aumenta la producción de saliva y neutraliza la acidez del pH. Esto no sustituye un buen cepillado de dientes, y para que tenga efecto hay que masticarlo al menos durante 15 o 20 minutos. Y no olvidar hacer una visita al dentista para mantener unos dientes sanos y una sonrisa perfecta.